Rafael Albero es el propietario de este negocio ubicado en el número 11 de Gran Vía y asegura que sus ventas "se han reducido un 60% y nos ha obligado a tomar soluciones de urgencia, como abrir otra tienda en la calle Espartero para intentar atender a nuestros clientes habituales". Reconoce que "desde febrero se ha complicado mucho la situación" porque "antes aún pasaba gente" pero "fueron aumentando las molestias, reduciendo el espacio para los peatones en la calle y es difícil tener clientes cuando tienen medio metro para pasar". Considera que las campañas que se realizaron para animar las ventas "han sido una pantomima".