A falta de pocas horas para el comienzo de la operación salida de agosto, los transportistas y otros colectivos sociales temen lo que pueda suceder en los tramos de carretera que se han quedado sin terminar, tras la paralización total de las obras. Los usuarios de las vías ya han empezado a poner las carreteras a prueba, que suponen "todo un riesgo" para la circulación.

Así lo afirmaron ayer a este diario desde la patronal de transporte, Tradime-Aragón. Su presidente, Jesús Arbiol, señaló que están recibiendo un aluvión de llamadas de usuarios de las vías "clamando por la injusticia de los parones", especialmente de los trabajos de ampliación de la Ronda Norte, una de las arterias más importantes de la capital aragonesa que no se reanudará hasta 2011.

"Era una carretera limpia y ahora hay más de 16 kilómetros con varios puntos negros", apuntó. Es el caso del enlace con la A-68 y con la carretera de Logroño, la N-232, uno de los más importantes. A pesar de la forma en la que se han abandonado los trabajos, Arbiol considera que los operarios han hecho "de más" desde el momento en el que la concesionaria de la obra, Sacyr, recibiera la orden de frenar los avances el viernes pasado. Las restricciones de velocidad en la zona se mantienen a 80 kilómetros por hora, pero si no hay máquinas y obreros trabajando, "¿seguirá la gente respetando las velocidades si no ven a nadie?", se preguntó Arbiol.

PARONES EN HUESCA La comunidad aragonesa ya sufre las consecuencias, que se intensificarán los próximos días. Monrepós "no deja de ser un puerto deteriorado", en el que únicamente permanece el trazado de las obras. Las compañías de autobuses no solo van a perder en movilidad, sino también en clientela.

Alosa pensaba acortar los tiempos entre Huesca y Lérida y Huesca y Jaca, mejorando así la "fiabilidad en la consecución de los tiempos", explicó el gerente, Pablo Martín Retortillo. Pero ahora, además de alargarse en el tiempo las obras, también se prolongarán las retenciones, los cortes y las afecciones al tráfico en determinados puntos de la provincia oscense.

Son conscientes de que perderán en seguridad y de que no podrán aumentar sus servicios, lo que repercutirá en las ganancias, que aunque no aumentarán mucho, procurarán mantenerlas, teniendo en cuenta la actual coyuntura económica.

La medida del Ministerio de Fomento supondrá la pérdida de empleo para muchas empresas. "Se debería seguir invirtiendo para mantener el empleo, no tiene sentido paralizar las obras", afirmó el presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos de Aragón, Enrique Ocejo. La administración tendría que "analizar" gastos superfluos, y reducirlos antes de "recortar infraestructuras", insistió.

Todavía les cuesta asimilar que va a pasar mucho tiempo hasta que se reanuden los trabajos en Aragón y afirman que, para entonces, los costes para reponer los desperfectos "serán mucho mayores". Pesa la incertidumbre de que quizás "el deterioro sea tan grande que haya que volver a empezar".