La figura del secretario de Organización es central. Y sus poderes, muy amplios. Las labores básicas consisten en la coordinación entre el PSOE y el Gobierno. Pero además debe establecer nexos entre el partido, y los grupos parlamentarios en el Congreso, el Senado y la Unión Europea. A parte, se encargará de fijar, todos los lunes, la posición de los socialistas en cuestiones de actualidad nacional. Será la imagen del PSOE, ejerciendo de portavoz en todo el territorio. Estará también en su mano la coordinación general con todos los comités regionales y tendrá potestad, por ejemplo, para disolver una federación socialista si no cumple lo que establecen los estatutos, así como de nombrar una gestora.

Marcelino Iglesias será uno de los hombres más poderosos del PSOE. La secretaría de organización siempre la ha ocupado gente con mucho peso dentro del partido. El caso es que el presidente aragonés parecía no tenerlo, o no tanto como otros barones socialistas. Eso se le criticaba en repetidas ocasiones desde Aragón. Sobre todo la oposición, la misma que estos días ha cargado contra el ascenso político del presidente de la comunidad. Por eso quizás su nombramiento ha sorprendido tanto.

Antes de Iglesias ocuparon el cargo de secretario de Organización Alfonso Guerra, Carmen García Bloise, Txiqui Benegas, Cipriá Ciscar, José Blanco y Leire Pajín. Así que Marcelino Iglesias toma el relevo en un puesto que han venido desempeñando –salvo excepciones– políticos de gran peso dentro de la organización. Una posición de poder que le asegura influencia, y que lo acerca al núcleo en el que se toman las posiciones.