La mayoría de las cabeceras de los ríos de la cuenca del Ebro se encuentran en situación de emergencia por la sequía, lo que ha derivado en que al menos tres embalses aragoneses se encuentren ya en estado de alerta: Yesa, Barasona y Moneva. Los datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) no dejan lugar a dudas de la necesidad inminente de lluvias. La precipitación acumulada en Aragón en el primer semestre de este año agrícola ha alcanzado, en varias zonas del territorio, niveles desérticos, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).

Las reservas de Yesa, Barasona y Moneva se encuentran al mínimo. Pero también aparecen en prealerta los pantanos aragoneses de Las Torcas; Cueva Foradada; Santolea y Calanda; Caspe y Mequinenza; La Sotonera, Mediano, El Grado, Búbal y Lanuza. Mientras que La Tranquera, Pena y Santa Ana no aparecen con problemas.

Los niveles de precipitaciones remarcan un listado de localidades en los que la cantidad de lluvia caída ha sido similar a la de algunos desiertos del planeta, en donde las precipitaciones anuales rondan los 250 litros por metro cuadrados, como ocurre en el estado norteamericano de Arizona.

Es el caso de Monreal del Campo (219 litros metro cuadrado); Quinto (239 litros); Pina de Ebro (244 litros); Santa Engracia (252 litros); Montañana (255 litros); Tarazona (256 litros); Borja (256 litros); Alcolea de Cinca (259); Alcañiz (260), o Azuara (260).

Por contra, en este año agrícola que va desde el 1 de septiembre del 2010 a este mes de agosto, existen zonas al sur de Teruel y en el noreste de Huesca o Cinca Medio en donde los porcentajes alcanzan el 130%.

ESCASEZ EN PANTANOS Pero hay que tener en cuenta que Aragón está atravesando una escasez hídrica que va a más cuando los porcentajes de los embalses continúan en una curva de descenso que incluso ha superado ya la media de los últimos cinco años.

Destacan el nivel en el que se encuentra Yesa, a menos del 40% de su capacidad, cuando el pasado año por estas mismas fechas estaba al 74%. O el de Mediano, que no llega ni a un cuarto de su capacidad, cuando en el 2010 el agua ocupaba el 60% del vaso.

Un porcentaje que puede trasladarse a los caudales, y que tantos problemas está generando estas semanas por no alcanzar, en momentos puntuales, el que se estima como mínimo o ecológico para mantener la seguridad ambiental. Un caudal que posiblemente traerá también problemas a la navegación fluvial.

Los datos a fecha de 12 de agosto de la CHE reflejan que si el Ebro a su paso por Zaragoza presentaba en el 2010 un caudal de 44 metros cúbicos por segundo, este año está bajando a los 34.