Las sensaciones pesimistas de los agentes económicos y sociales aragoneses en torno a la inclusión como objetivo prioritario europeo del túnel ferroviario a baja cota por el Pirineo aragonés para trasladar mercancías se confirmó ayer cuando la Comisión para las Redes Transeuropeas de Transportes la pospuso al menos hasta el 2023, cuando puede obtener financiación. Eso sí, Zaragoza será un enlace principal entre los dos corredores considerados básicos por Europa: el corredor mediterráneo Algeciras-Barcelona-Figueras y el atlántico, que incluye un enlace Valencia-Zaragoza-Bilbao-San Sebastián denominado corredor Cantábrico-Mediterráneo.

Estos corredores se cruzan en Zaragoza, "convirtiendo a esta ciudad en el principal nodo logístico del norte de España y uno de los más importantes del sur de Europa", indicó el ministro, quien además indicó que se impulsará con Francia la apertura de la línea internacional Pau-Canfranc, aunque no dio plazos.

El corredor central, que incluía el túnel por el pirineo aragonés, se desarrollará de Portugal a Madrid y solo llegará hasta Zaragoza. Esta infraestructura, por tanto, se relega hasta el horizonte del 2050. El ministro de Fomento, José Blanco, consideró que en el 2023 podrían estar "los deberes hechos con los estudios" y "exigir" que esté en las infraestructuras básicas.

El comisario de Transportes, Sim Kallas, horas antes, fue meridianamente claro sobre el futuro de la travesía central pirenaica. "No es un proyecto muy realista", dijo, aun reconociendo que había sido una cuestión "muy debatida". Previsamente había puesto reparos al túnel de baja cota: problemas de "seguridad" y "medio ambientales". A nadie le extrañó, tras estas palabras, que en el mapa que el estonio tenía detrás no apareciese dibujado el tramo entre Zaragoza y Francia. De este modo, el proyecto emblemático de la travesía central entra en una nueva vía muerta, ya que no se considera una infraestructura prioritaria dentro de la red básica y se relega a una red "global" con un margen temporal más amplio: el del 2023 al 2050. Y esto es así porque, a juicio de Blanco, los plazos iban justos y las "ensoñaciones no son realidades". En referencia a la falta de compromisos por parte de Francia, aseguró que "es muy fácil pintar rayas en un mapa, pero la dificultad es mayor cuando se exige un compromiso financiero".

REFERENCIA DEL SUR DE EUROPA A pesar de lo que para la mayor parte de la sociedad aragonesa fue un severo batacazo, el ministro de Fomento, José Blanco, visitó ayer Zaragoza para defender que sale fortalecida tras la decisión adoptada ayer por la comisión europea porque la capital aragonesa figura dentro de los dos grandes ejes transeuropeos que afectan a España y Portugal y que se incluyen dentro de estas redes, cuya ejecución se prevé entre el 2014 y el 2030.

Blanco explicó las ventajas del acuerdo para Zaragoza en la Cámara de Comercio a un mínimo sector del empresariado y dirigentes políticos (todos socialistas, entre ellos el expresidente de Aragón, Marcelino Iglesias, la candidata del PSOE al Congreso, Pilar Alegría, el alcalde Juan Alberto Belloch, sus ediles Fernando Gimeno y Carlos Pérez Anadón, y el portavoz en las Cortes, Javier Sada, junto a varios diputados). También destacó la presencia del exconsejero de Industria, Arturo Aliaga y del director general de Comercio del Ejecutivo de Rudi, Juan Carlos Trillo. Ambos del PAR.

Respecto al futuro de la prolongación de la travesía central hacia Francia por el Pirineo, Blanco planteó los siguientes plazos: los estudios previos sobre flujos de transporte estarán concluidos en otoño del 2012; en el 2015 estará el análisis del contexto local y el estudio de corredores. Tras ello, se tramitará el estudio informativo, que acabará en el 2018, y después llegará el turno del proyecto constructivo, que deberá finalizar en el 2022 para que las obras puedan licitarse en el 2023.