Gurrea de Gállego, un pueblo de 1.650 habitantes en la frontera entre las provincias de Huesca y Zaragoza, estaba ayer conmocionado. El campo de vuelo de donde despegó el ultraligero accidentado es de propiedad municipal y dio la casualidad de que, en el momento del siniestro, 30 niños del colegio de primaria local se hallaban visitando las instalaciones.

Los pequeños, según testigos presenciales, no vieron directamente el impacto, pues el lugar de caída del ultraligero se halla a un kilómetro de la pista de despegue y a menor altura. Sin embargo, los niños, de 8 años en su mayoría, sí observaron cómo el aparato caía súbitamente y oyeron el ruido de la colisión contra un talud del Sotón, un riachuelo que abre una especie de trinchera en la meseta donde se asienta Gurrea de Gállego.

Los escolares notaron que algo grave acababa de suceder, y algunos de ellos rompieron a llorar e incluso sufrieron crisis nerviosas. Un profesor que se hallaba en la instalación vivió un momento muy duro, pues era amigo de uno de los fallecidos y el accidente lo dejó en estado de shock.

"La organización que había llevado a los pequeños al campo de vuelo reaccionó rápidamente, reunió a todos los niños y regresó de inmediato con ellos al colegio, donde recibieron atención psicológica", relató ayer Alfredo Marco, alcalde de Gurrea de Gállego, que se halla a dos kilómetros escasos del campo de vuelo.

Los padres, al tener noticia de lo sucedido, por la radio y la televisión, acudieron de inmediato a la pista de despegue y al colegio, donde fueron tranquilizados por los responsables del centro de enseñanza. Ninguno de los pequeños, en efecto, resultó lesionado, aunque todos habían vivido una experiencia muy triste.

"A mí mi hijo me ha comentado que le ha parecido que el avión estaba haciendo una pirueta para que los escolares vieran cosas", señaló el padre de uno de los niños, a la puerta del colegio Hoya-Monegros.

"ES UNA PENA" Sin embargo, los encargados de la instalación subrayaron que no se estaba celebrando ninguna exhibición y que fue "una casualidad" que los niños coincidieran con la fatal maniobra de despegue.

"Me he enterado por la tele y enseguida he preguntado por mi nieto", manifestó Lourdes, abuela de uno de los colegiales. "En cuanto lo vea, le voy a dar un abrazo muy fuerte, porque es una pena que un día de excursión haya acabado como ha acabado", lamentó la mujer.

El alcalde estaba visiblemente preocupado por el accidente. "El campo de vuelo es un lugar muy frecuentado, la gente viene aquí de toda la comarca a recibir el bautismo de vuelo o a pasar el día distraída", explicó.

"Viene gente de toda España a practicar su afición a los ultraligeros y algunos fines de semana es fácil que se junten aquí no menos de 30 aparatos que atraen a mucho personal", aseguró Alfredo Marco.