Dos personas, un instructor de vuelo y un alumno, perdieron la vida ayer mientras efectuaban una maniobra de despegue con un ultraligero en el campo de vuelo municipal de Gurrea de Gállego, en la provincia de Huesca. El siniestro tuvo lugar sobre las 12.30 horas, cuando un grupo de 30 niños del colegio de Gurrea se hallaba visitando la pequeña instalación aérea. Una ráfaga de aire o una corriente térmica pudo desestabilizar el aparato y provocar su repentina caída, según los primeros indicios.
El aparato se fue elevando en dirección este y, en un momento dado, cayó verticalmente sobre un escarpe del río Sotón, a un kilómetro de distancia de la pista de despegue. El combustible del aparato se incendió de inmediato y las llamas se extendieron pronto por la ladera. Los dos ocupantes estaban carbonizados cuando llegaron los equipos de emergencia, pero nadie vio realmente el momento del impacto, dado que el cauce del río Sotón se halla unos 50 metros por debajo de la meseta en la que se construyó el campo de vuelo municipal.
EXTINTORES "Los niños no han podido ver nada, solo el momento en que el ultraligero se ha precipitado al suelo", manifestó un encargado del campo de vuelo de Gurrea, que insistió en que el aparato siniestrado no participaba en ningún ejercicio de exhibición. "Ha sido una casualidad que el colegio estuviera aquí cuando se ha producido el accidente", añadió.
Nada más estrellarse la aeronave, el personal del campo de vuelo se hizo con los extintores del hangar y se dirigió corriendo hacia el lugar del accidente. "Han llegado hasta la orilla del río pero no han podido cruzar, desgraciadamente no han podido hacer nada", lamentó el encargado de la instalación.
Los fallecidos son el instructor Félix Torrubia, de 51 años y residente en Zaragoza, y el alumno Rafael Campos, de 60 años y vecino de Calatayud, según fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Huesca. Ambos habían despegado del aeródromo de Villanueva de Gállego y habían aterrizado en Gurrea para, posteriormente, regresar a su base.
Al parecer, una corriente térmica de aire caliente pudo interferir en la trayectoria del ultraligero cuando ascendía y arrastrarlo en otra dirección hasta desestabilizarlo y provocar su caída en vertical. Tampoco se descarta que una ráfaga de aire hiciera perder el rumbo a la frágil aeronave. Lo que, en cambio, parece descartado es que sufriera un fallo mecánico.
"Los testigos dicen que el motor sonaba bien y que no ha dejado de sonar hasta que se ha producido la colisión", manifestó el encargado del campo de vuelo de Gurrea. "Es un aparato de estructura superprobada y robusta", añadió la misma fuente, que subrayó que Torrubia tenía una gran experiencia y "cualidades innatas para el vuelo". "Es posible que, por la altura a la que ha sucedido la turbulencia, no haya tenido tiempo para reaccionar, hay veces en que el aparato entra en pérdida y no se puede hacer nada", agregó.
Pese a que ayer se registraban corrientes de aire, con predominio del componente este, un piloto del campo de vuelo de Gurrea afirmó que las condiciones para los ultraligeros eran "buenas". "No eran óptimas, pero sí normales", agregó.
Ahora, las autoridades de Aviación Civil abrirán una investigación para determinar las causas del siniestro. El aparato había sido sometido a una revisión prevuelo y había superado las revisiones obligatorias.