Ayer no era una mañana de domingo más, fueron muchos los que quisieron formar parte de esta serpiente multicolor en la que muchos se sorprendieron de la respuesta a una bicicletada inédita.

No fueron los miles de manifestantes de las protestas a pie, ni portaban grandes pancartas, pero se hicieron notar, oir y ver. Con sus voces, un cartel en sus bicis, adosadas a sus camisetas o cantados mientras daban pedales por un recorrido a ratos exigente.

Por su longitud o por el paso por puntos como la rampa del Arrabal que encaraba el paseo de la Ribera hacia la confluencia con la calle Sobrarbe. Apenas 30 metros con una pendiente que hizo sufrir a más de uno. Una anécdota en un paseo ciclista en el que ni los conductores parados en los semáforos, esperando a que pasaran, se enfadaban. De hecho les aplaudían tocando el claxon con insistencia.

Ya pintaba bien el día desde el inicio, en el puente de los Cantautores, donde se congregaron unas mil personas al ritmo de las canciones infantiles del Cantajuegos. Y acabaron casi 2.000 en el Pilar. Lo mejor, el pasillo que algunos formaban por las calles al pelotón, como si fuera una etapa de la Vuelta.

Los ciudadanos

En solitario, en pareja, en familia, con o sin niños... "Lo importante es estar, porque ya no podemos más, tenemos muchos problemas para pagar libros, comedor, material y los impuestos que no dejan de subir", comentaba José, un zaragozano que iba con su mujer (profesora) y sus hijos. "Los ciudadanos o se sienten víctimas y se van hundiendo, o se cabrean y empiezan a rebelarse. Ante la injusticia y la supresión de derechos, solo nos queda la desobediencia", comentaba Montse.

Con mensajes claros y contundentes y momentos dulcificados, sobre todo de la mano de Ángel Petisme y su canción Bailar en campos minados, con guiños como "contra los recortes, no te cortes, pedalea", o cuando los ciclistas le acompañaron con su timbre. El Canto a la libertad de Labordeta, bajó el telón. Hasta el día 15, en Madrid.