Ejea y Tauste pasaron la noche en vilo ante la llegada de la crecida de los Arbas, que pasó por Ejea en torno a las diez de la noche y cuya arribada a Tauste estaba prevista para la una de la madrugada.

La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) había tomado precauciones el día anterior al limpiar, tras proponérselo el consistorio, los cauces del Arba de Biel y el de Luesia para facilitar la circulación del agua. No obstante, el elevado caudal provocó la inundación de algunas zonas de la capital de las Cinco Villas como el parque de Bañera, que había sido desalojado.

El ayuntamiento también fue adoptando medidas preventivas como cerrar al tráfico los puentes de Bañera, la Llana, Boalares y el camino de Pilué. También recomendó a los vecinos de la zona de adosados cercana a la Ciudad Deportiva que sacaran sus coches de las calles ante el riesgo de que la crecida pudiera causar daños.

Los daños causados por los Arbas --y por el temporal de lluvia-- a su paso por Ejea al cierre de esta edición eran, no obstante, escasos: la caída de una pared de una casa abandonada de la calle Lagata, el derribo de un pino en la calle Aguador y la inundación del aparcamiento subterráneo de un edificio.

Los responsables del geriátrico Elvira Otal decidieron que todos los ancianos pasaran la noche en la segunda planta, y ninguno en la baja, para evitar riesgos.

En Tauste, por su parte, la Asociación de Defensa Sanitaria organizó el desalojo de varias granjas ante el riesgo de que los animales de cebo pudieran sufrir daños.

"Las previsiones no son alentadoras", explicó el alcalde de Tauste, Miguel Ángel Francés, que emitió un bando para alertar a los vecinos de la llegada de la crecida. "Van a pasar entre 250 y 300 metros cúbicos por segundo", aseguró, lo que supondría duplicar el caudal que el Arba, tras la confluencia de sus tres brazos, alcanzó el viernes.

La riada será la primera prueba real de uno de los cauces de alivio que ha construido la CHE en varias poblaciones.