Sádaba despertó ayer enfangado por los efectos de la crecida del Riguel, una torrentera que dañó viviendas, destrozó negocios y provocó un volumen de desperfectos cuya primera consecuencia será el agravamiento de la situación económica de la localidad, en la que el paro, según fuentes locales, afecta al 20% de la población activa.

Familias enteras, ayudadas por amigos en la mayoría de los casos, se ocupaban en devolver a una situación lo más cercana a la normalidad sus casas y negocios mientras máquinas y bomberos de Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), la mancomunidad de las Altas Cinco Villas y Agentes de Protección de la Naturaleza trabajaban a destajo para recoger el lodo de las calles y edificios.

El viernes ya no hubo clase en el CRA Los Bañales, que no tiene todavía fecha para reiniciarlas. La reconstrucción del edificio anexo, prácticamente derruido por la riada y que acogía el comedor y los servicios auxiliares, costará entre 250.000 y 300.000 euros, objetivo para el que la DPZ aprobará una partida en el pleno convocado para el lunes.

Durante los trabajos, los niños serán reubicados en instalaciones municipales como el edificio multifuncional y la ludoteca, explicó la directora provincial de Educación, Monserrat Martínez.

Riesgo

Tampoco hubo clase el viernes en el instituto, en este caso ante el riesgo que originaban las filtraciones detectadas en un alero. En el aula de informática, varios equipos quedaron mojados y un falso techo se desprendió. Mientras duran los trabajos de rehabilitación --serán necesarias como mínimo dos semanas--, los alumnos serán trasladados al IES Reyes Católicos de Ejea.

La DPZ desplazó ayer a Sádaba 28 máquinas --camiones, excavadoras y motobombas, entre otras-- y a 70 operarios y técnicos para participar en los trabajos de limpieza y recuperación de infraestucturas en la localidad. La crecida del Riguel provocó el viernes graves desperfectos en poblaciones como Layana, cuyo puente quedó casi inutilizado.