Juanjo Conejo se siente un "dinosaurio del siglo XXI". O sea, la persona mayor de 45 años que se siente expulsada por el sistema, menospreciada por el mercado laboral, obligada a depender de los subsidios para sobrevivir porque está desempleada y es demasiado vieja como para ser contratada. Según su propia definición, Juanjo es un dinosaurio. Tiene 49 años. Tiene formación de márketing, comunicación, comercial y ventas. Tiene un subsidio de paro de 426 euros al mes. Tiene un piso de alquiler que le cuesta 620 euros y tiene un retraso de cuatro meses con la inmobiliaria. "Ellos saben la situación en la que nos encontramos y están aguantando porque nos conocen", explica.
Juanjo también tiene un currículo, que dice que la suya era una carrera chapada a la antigua, la de alguien que escala en una empresa desde lo más bajo hasta una posición de responsabilidad. En su caso, empezó de comercial raso y acabó de director comercial. Acabó, porque ese era el puesto que ocupaba cuando le echaron en el 2009.
Juanjo tiene una esposa de 56 años. Desempleada desde hace varios años, en septiembre dejó de cobrar la Renta Activa de Inserción. Y en este hogar que depende de 426 euros, también vive Alexandra, que estudia bachillerato y que quiere cursar Comunicación Audiovisual. "No sé de dónde sacaremos lo que cuesta la matrícula", confiesa.