El valle del Aragón no es el mismo desde que se desbordó el río el sábado 20 de octubre. La descomunal cantidad de agua que se precipitó por el cauce desde su cabecera en Candanchú aceleró hasta peligrosos límites el natural proceso de erosión: arrastró una ingente cantidad de grava y cantos rodados, arrancó árboles e hizo que se desmoronaran las laderas que bajan a las orillas.

Castiello de Jaca se llevó la peor parte. La corriente llegó allí con tanta fuerza que invadió un antiguo brazo del río, penetró en los cimientos de la urbanización El Molino y derribó dos chalets adosados como si estuvieran hechos con las piezas de una arquitectura de juguete.

Otros dos chalets sufrieron daños graves, y dos más registraron pequeños desperfectos. "Lo más indignante es que una sentencia del Supremo dictaminó que la urbanización está en terreno urbano y no inundable", dice uno de los residentes.

"El paisaje del valle del Aragón ha cambiado", reconoce con dolor José Álvaro Salesa, alcalde de Castiello. Y basta subirse a la iglesia de San Miguel, 100 metros por encima del río, para ver que no exagera. El cauce del Aragón se ha ensanchado y parece aún más pedregoso, pues el agua arrancó la vegetación de las márgenes y la que se había ido apoderando del lecho del río tras varios años de sequía.

"Nunca había visto una cosa así", afirma Antonio, un vecino del pueblo, de 72 años. A su paso bajo la carretera que conduce a La Garcipollera, la riada se tragó una estación de bombeo y zarandeó los restos de un puente medieval, que se torció todavía más y parece a punto de caer.

"Llovió tantísimo que era imposible contenerlo, no me extraña que pasara lo que pasó", señala la propietaria de un restaurante situado cerca del río. "Dicen que cayeron más de 250 litros por metro cuadrado".

Aguas arriba, en Villanúa, el Aragón destruyó el talud del paseo que corre paralelo al cauce y derribó parte de la escollera del centro de interpretación de la cueva de Las Güixas. Además, cerca de Canfranc la fuerza de la lluvia hizo que se viniera abajo la zona trasera de la nave que utiliza la mancomunidad de Alto Valle del Aragón.

Mientras, la urbanización El Molino de Castiello sigue sin servicios y sin poder habitarse y mañana se espera que lleguen arquitectos de las compañías de seguros a examinar los cimientos de los edificios más cercanos al río.

"La Confederación del Ebro ha enviado más máquinas y ha levantado una escollera para reconstruir el cauce original", señala Dorita Esparcia, presidenta de la comunidad de vecinos. "Lo ideal sería que se hiciera un dique de obra", añade.

Los 30 propietarios afectados preparan por su parte la batalla legal en que puede derivar este inesperado desastre. De momento, ya han contactado con el abogado Ricardo Orús, que representó a víctimas de la riada de Biescas en 1996.