Rubalcaba aprovechó el lunes festivo en Madrid para pasar un día en Zaragoza con una agenda apretada e innovadora en un partido que busca expiar culpas, redimirse y resurgir de sus cenizas aún humeantes. Y puso en marcha una experiencia que, a juicio de su equipo, ha resultado innovadora: tuvo un encuentro de trabajo con expertos en ciencia, una comida con diversos agentes sociales, los secretarios generales del PSOE en las tres provincias y el regional y por la tarde se encerró con los militantes que así lo desearon en la sede del partido en Zaragoza.
El salón de actos se quedó pequeño para acoger a numerosos afiliados que escucharon la intervención de Lambán y que luego le preguntaron por algunos de los aspectos que más preocupan a los socialistas. También hubo tiempo para que algún militante se mostrara crítico desde el punto de vista orgánico o considerara que el PSOE debe ejercer una oposición más contundente y liberarse del estigma de haber gobernado y haber defendido posiciones más moderadas de las que ahora pretende defender para atraer a parte del electorado que perdió la confianza en él.
Rubalcaba respondió con la habilidad, la inteligencia y astucia que tiene casi de forma innata, aunque en muchas ocasiones --y eso es algo que él y su partido saben-- aún le cuesta hacer creíble gran parte del proyecto renovador que quiere conferir en el partido. En cualquier caso, la reunión mantenida ayer fue considerada una experiencia exitosa que hasta ahora había sido inédita en esta formación.
También lo fue la comida, a la que asistieron miembros de la Universidad de Zaragoza, representantes destacados de los autónomos, de los sindicatos agrarios, de la educación, la asistencia social y los servicios sociales. Todos ahondaron en la necesidad de apoyar al medio rural, abordar una Ley de Servicios Sociales y criticaron la Ley Wert.