Las situaciones de estrés atribuibles a la crisis afectan a cada vez más personas, que sufren de manera creciente lo que los especialistas se niegan a calificar como enfermedades mentales, pero que sí son trastornos lógicos, ligados a la coyuntura socioeconómica. La mayoría de estos casos no llega, pues, a las consultas psiquiátricas o psicológicas, pero las de atención primaria ven más "cuadros de ansiedad, alteraciones en el patrón de sueño y del apetito, irritabilidad, predisposición a los conflictos, tristeza, pesimismo y, en general, una visión negativa y desesperanzada del mundo", como enumera la psicóloga María Dolores Sobrino.

La doctora Lourdes López Pérez señala que entre sus pacientes abundan, por un lado, jóvenes con ansiedad o insomnio, "que tienen miedo de perder el trabajo o a su ausencia". Y cita también los casos de personas mayores, que componen buena parte de su cupo de pacientes. A ellos, las consecuencias de la crisis les afecta "con una sobrecarga psicológica que tiene que ver con que han de hacerse cargo de los nietos y ahora también de sus hijos".

"La situación tipo con la que nos enfrentamos es la de un matrimonio joven, en el que ambos trabajan, deciden tener un hijo y, estando ella embarazada, él se queda en el paro y ella es víctima de un ERE", explica, echando mano de un ejemplo real, la médica y psicóloga Carmen Pardos. "Con el paso del tiempo --prosigue-- se acentúan las preocupaciones en torno a su futuro, a cómo van a pagar la hipoteca, etcétera", lo que deriva en "manifestaciones de ansiedad y alteraciones del estado de ánimo, conflictos en la propia pareja y una propensión a que, por las dificultades, se viva peor cualquier tipo de contratiempo". Unas "respuestas lógicas", según Pardos, a situaciones ante las que "la mayoría reaccionaríamos igual".

En la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (Asapme), con la que colaboran la doctora Pardos y la psicóloga Sobrino, también tratan este tipo de trastornos. Su gerente, Ana López, habla de un "interés cada vez mayor por los temas relacionados con la salud mental", como se pone de manifiesto en las jornadas que regularmente organiza esta entidad sin ánimo de lucro y que gozan ya de una enorme popularidad. "Se nota --dice López-- que aumentan los trastornos y los procesos adaptativos a las situaciones estresantes que, como la incertidumbre, la falta de ingresos, el no tener un trabajo o, en definitiva, cómo sacar una familia adelante" trae consigo la crisis.

Los padecen, según la gerente de Asapme, "personas con mayor vulnerabilidad a la hora de enfrentarse a las dificultades y que presentan menos herramientas personales para enfrentarse a la crisis". Es decir, al margen de la gravedad de la situación, influyen la personalidad previa y la autoestima. Pero también la actitud hacia el problema. Y ahí es donde cobra importancia la ayuda profesional, que, en cualquier caso, sí presta, por ejemplo, esta asociación.

María Dolores Sobrino apunta que, a diferencia de la sanidad pública, "nosotros ofrecemos un servicio de psicoterapia grupal, que es una técnica bastante adecuada para abordar estos problemas, porque, además del profesional, quien se beneficia de ella puede recibir el apoyo de los otros integrantes del grupo". Lo ideal es que acudan "entre cuatro y seis personas", y que las sesiones, de hora y media, se prolonguen "al menos, durante tres meses", según Sobrino.

La buena noticia es que "se puede salir", como dice la doctora Carmen Pardos. Para eso, "lo fundamental es proporcionar estrategias que aumenten la capacidad de afrontar los problemas". Si es posible, desde el trabajo personal. Y si no, con la ayuda de los profesionales.