A expensas de contar con una evaluación más definida de daños, el Gobierno de Aragón ha decidido tratar las consecuencias de la riada del sábado de la misma manera en que, de inicio, se abordaron los efectos de las crecidas del río Aragón en Castiello de Jaca y del Riguel en Sádaba (octubre del 2012), y del Ésera en Benasque (en junio de este año). Como ocurrió en estos casos, la DGA abrirá hoy mismo una oficina para atender a los afectados por la crecida del Martín y sus afluentes. Estará ubicada en el Ayuntamiento de Oliete y abrirá sus puertas de lunes a viernes y de 10 a 14 horas.

El servicio, que estará coordinado por la dirección general de Política Territorial y en el que trabajarán dos funcionarios del Ejecutivo, se pondrá en funcionamiento en cuanto acabe la reunión que mantendrán, en el mismo consistorio, representantes de las instituciones implicadas. Está previsto que asistan a ella el consejero de Hacienda del Gobierno autonómico, José Luis Saz, y miembros de la Subdelegación del Gobierno en Teruel, la Diputación Provincial, las comarcas de las Cuencas Mineras, Andorra-Sierra los Arcos y Bajo Martín, y los alcaldes de las localidades afectadas.

PRINCIPAL OBJETIVO

El objetivo es, según explicaron ayer fuentes de la DGA, que cada representante institucional exponga cuáles han sido las principales afecciones que han registrado sus respectivos territorios, y no tanto hacer una estimación económica de las pérdidas, algo para lo que, en muchos casos, todavía es muy pronto. Más cuando la Guardia Civil y los Bomberos se afanan aún en la búsqueda de una persona, desaparecida por la súbita crecida del río Seco, en las cercanías de Oliete.

Por lo pronto, los pueblos más afectados van volviendo a la normalidad, dentro de lo que cabe. Uno de los problemas más acuciantes para diez de ellos (Oliete, La Hoz, Ariño, Albalate, Híjar, La Puebla, Urrea de Gaén, Samper de Calanda, Jatiel y Castelnou), la falta de agua potable, se solventó durante la tarde de ayer y los casi 12.000 vecinos que se habían quedado sin ella a medida que se agotaban los depósitos municipales, comprobaron cómo de sus grifos brotaba de nuevo. Para ello fue necesario que los técnicos se empleasen a fondo, en la reparación de la tubería de abastecimiento, dañada aguas arriba por la fuerza del caudal del río. Un tubo de casi media tonelada de peso apareció en Albalate, a varios kilómetros de distancia de donde se desgajó de la conducción principal.

A los vecinos de La Hoz de la Vieja, sin embargo, les costará más alcanzar esa normalidad. Ayer continuaban limpiando enseres y sacando barro de las alrededor de 50 casas que resultaron arrasadas por la crecida del río Cantalera. El caudal llegó a alcanzar los 2 metros a su paso por el casco urbano de la localidad y destrozó, entre otras cosas, las cinco pasarelas que cruzan un cauce normalmente seco.

Respecto a las producciones agrícolas, de las que viven en parte estos pueblos, los campos colindantes a los ríos desbordados quedaron arrasados y cubiertos con mucha vegetación. El resto, según explicó a Efe José Luis Iranzo, portavoz de UAGA, no se habría visto muy afectado, salvo en choperas y algunos frutales. Iranzo destacó que los daños más importantes se produjeron en infraestructuras.

Por otra parte y en línea con la petición que hizo el alcalde de La Hoz, Antonio Lahoz, el grupo de Chunta Aragonesista en las Cortes registró ayer tres iniciativas para que se declare el territorio afectado como zona catastrófica.