A las 13.16 estalló la grada 6 de Motorland. Justo al final de la larguísima recta de atrás, esa en la que los pilotos de MotoGP se ponen a 330 por hora (Márquez alcanzó ayer los 334 km/h), se sitúa el club de fans de Álex Rins, que crece a la misma velocidad que lo hace su KTM sobre la pista. Ayer mandó durante toda la jornada otra vez, en los entrenamientos libres y en la calificación, donde superó por 7 décimas a uno de sus principales rivales en el Mundial de Moto3, Maverick Viñales. El líder, Luis Salom, solo pudo ser octavo, a casi dos segundos de este aragonés de Valdealgorfa que se ha metido a Motorland en el bolsillo.

Dice, insiste, que no quiere hablar del título, que lo de ir paso a paso le va bien. Que del título, si acaso, ya hablará en Valencia después de la última carrera. Su padre tampoco le deja soñar, bien sujeto para que no se salga del perfil marcado. Así que si papá Rafael dice que el chico no está aún para ganar el Mundial, que le falta experiencia, que otros están más preparados... Álex dice amén. No hay más que hablar, al menos fuera de la pista. Dentro es otra cosa. Viene de ganar en Misano y ayer demostró una autoridad impropia de un lampiño como él. Aún no ha cumplido los 18 años, pero no ha mostrado inquietud ni nervios en todo el fin de semana. Tenía claro que venía al Gran Premio de Aragón a ganar, a dedicárselo a su pueblo, que está aquí al lado, a solo 16 kilómetros de Alcañiz. Desde luego, está en el camino, aunque le falta lo más importante, el triunfo. Las poles, aunque algunos pelean para que tengan algún puntito de valor extra en el Mundial, a día de hoy valen poco más que la satisfacción.

Su abuelo, natural de Valdealgorfa, se frota las manos pensando que su nieto puede subir a lo más alto del podio. Luego, en función de cómo fuera la jornada de los rivales, a lo mejor le apretarían para que admitiera que su rol ya no es secundario. A ver. Queda Mundial y Rins sigue en su proceso de imparable crecimiento. Es la sexta pole que logra esta temporada, con cuatro victorias finales. Ayer, además, se dio el gustazo de batir el récord del circuito en Moto3 al marcar 1.58.571, un tiempazo al que nadie fue capaz de acercarse. Le faltó bailarse una jota, como hace veinte días en su pueblazo del Bajo Aragón, donde participó en las ceremonias tradicionales de los jóvenes que cumplen 18 años.

Junto al resto de quintos, se vistió de baturro, bailó jotas y participó en el toro de fuego. Rins siempre se ha mostrado orgulloso de sus raíces bajoaragonesas y no se quiso perder el fin de semana de la mayoría de edad. Así que acudió con nueve compañeros a misas, procesiones, actos oficiales, unas veces vestido de traje, otras de baturro. Como uno más disfrutó con sus amigos de la peña La Melopera de la fiesta. Hoy no será uno más. Hoy será el centro de atención. El año pasado, en su primera visita como mundialista, fue sexto. Hoy no lo sabe. Solo sabe que quiere hacer feliz a su abuelo José.