Los consejeros Bermúdez de Castro y Saz presentaron ayer los primeros presupuestos expansivos desde que el Partido Popular llegó al Gobierno de Aragón en el 2011. No cabe inferir, de una lectura preliminar del proyecto económico para 2014, que se hayan acabado los recortes, pero sí al menos la severidad en su ejecución. Tampoco puede decirse de las cuentas que el Gobierno remitirá al Parlamento que sean inversoras. Más al contrario, concentran gran parte del esfuerzo al mantenimiento de servicios esenciales como sanidad, educación y servicios sociales, tan esquilmados desde el inicio de la crisis que difícilmente aguantarían otro golpe de poda de Rudi. Donde los conservadores incorporan su impronta liberal es en el establecimiento de bonificaciones en impuestos, como el de sucesiones familiares, o el de transmisiones, que desaparecerá para empresas que compren inmuebles para asentar su actividad. Una decisión que encaja mal en un escenario de deuda pública creciente, que seguirá al alza el año que viene pese a las halagüeñas previsiones de recuperación económica con las que el departamento de Hacienda ha trabajado para la realización de las cuentas.