Ninguna gran vía de comunicación pasa, ni de cerca ni de lejos, por la sierra de Santo Domingo, esa belleza natural desconocida. Y, sin embargo, en adelante, una vez que este espacio privilegiado obtenga la calificación de paisaje protegido, sus tesoros ocultos llegarán al gran público y pasará a ser un territorio más frecuentado y querido por los aragoneses y quienes vengan de fuera.

"Estamos dando saltos de alegría desde que el proyecto de convertir la sierra en un espacio protegido salió adelante", afirma Jesús Mayayo, alcalde de Longás, un pueblo al norte de Santo Domingo. "Estas montañas son el único recurso que tenemos", subraya.

"Hasta ahora, éramos los 70 u 80 habitantes que tiene Longás los que debíamos encargarnos de mantener los caminos y los bosques", dice Mayayo, que explica que, con el nuevo estatus, llegarán fondos de la Administración para el cuidados de senderos y montes.

No es que la sierra de Santo Domingo sea un lugar desconocido. Hace años que la frecuentan los buscadores de setas y los aficionados al senderismo (especialmente navarros) y a la bicicleta de montaña. Además, últimamente atrae a turistas franceses que la recorren montados en quads.

Pero, como indica Jaime Lacosta, alcalde Luesia, en el futuro la existencia de Santo Domingo y sus atractivos se divulgarán por muchos canales. Aparecerá en páginas webs de organismos oficiales y figurará en los listados de lugares interesantes de Aragón.

"Será un cambio sustancial", señala el regidor, que destaca que las subvenciones alcanzarán a las actividades que se desarrollan en la sierra, en particular la ganadería extensiva.

Los puntos de interés de Santo Domingo son muy numerosos, empezando por el hecho de que se halla apartada de los grandes núcleos de población, con lo que conserva todos sus valores naturales. Entre ellos figura en primer lugar su cubierta vegetal, variada y muy bien conservada, con ejemplares de hayas en los puntos de más humedad. Y con el quebrantahuesos sobrevolando sus extensiones, entre el límite con Navarra y el río Gállego, entre el embalse de Yesa y las llanuras cerealistas de Bardenas.

Nueva vida

"Conseguir el título de paisaje protegido es una marca de calidad", destaca José Luis Lasheras, alcalde de Biel, una rústica localidad llena de monumentos, en las estribaciones de Santo Domingo.

Ahora será preciso crear un patronato, abrir un centro de acogida y de interpretación e instalar cercados respetuosos con el medio. "Y todo eso generará movimiento, dará vida a la zona", asegura Lasheras.

El camino hasta la declaración no ha hecho más que empezar. Primero debe superarse la fase de exposición pública y luego vendrán los informes de los departamentos de la Administración concernidos.

Pero nadie en Longás, Luesia y Biel, que suman en torno a 500 habitantes, duda de que el espacio protegido se convertirá en una realidad en menos de un año.

Y entonces esta joya natural se convertirá en el primer espacio de la provincia de Zaragoza que recibe el título de paisaje protegido, un título que la iguala con la de Teruel y la de Huesca.