Las localidades aragonesas situadas a orillas del Ebro, aguas arriba de Zaragoza, vuelven a estar amenazadas por una crecida como consecuencia del comienzo del deshielo y de las precipitaciones caídas durante los últimos días en la parte alta de la cuenca. Con todo, se espera que el caudal no alcance los 1.800 metros cúbicos por segundo de la última crecida ordinaria, a principios de este mes, que causó cuantiosos daños.