La antigua Harinera de San José reabre sus puertas hoy al público reconvertida en un centro cultural de gestión comunitaria tras 12 años de espera y una cocción a fuego lento de su resurgir en el distrito zaragozano. Desde el 2004 llevaba esperando la oportunidad de estrenarse como equipamiento de referencia en la capital aragonesa tras aquella primera rehabilitación impulsada por Chunta Aragonesista que dejó varado en el tiempo y en el abandono sus más de 2.400 metros cuadrados útiles. Ahora renace para la actividad del barrio y la creación, en manos de un proyecto en el que más de 30 colectivos aspiran a alcanzar su autofinanciación en solo "dos o tres años".

Se estrena parcialmente la reconversión de un inmueble que el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) quiere dejar definida a lo largo de este año, con la redacción de un proyecto constructivo para las tres plantas restantes que acompañen a los 600 metros cuadrados que hoy abren sus instalaciones al público. Se estima, según los cálculos de los técnicos municipales, que acondicionar todo el espacio podría rondar el millón de euros, en una ejecución que, se da por supuesto ya, se hará por fases. Aunque la próxima confían en el consistorio en iniciarla ya el año próximo.

PRIMERA PLANTA También desde los más de 30 colectivos implicados en darle vida al centro. Ellos destacan su apuesta por ocupar la primera planta para llegar a ofrecer su esfuerzo en dotar de contenido y programación al centro a cambio de ocupar un espacio desde el que trabajar unidos. A coste cero, o no, ya que su labor será el mejor pago en especie que pueden ofrecer para un edificio sobre el que han planeado multitud de proyectos e ideas en los últimos diez años. Ahora, en su puesta en marcha, ese esfuerzo lo realizará la sociedad Zaragoza Cultural, con una aportación inicial de 25.000 euros trimestrales --100.000 al año-- que esperan suplir en el futuro con patrocinios y colaboraciones.

Ahora se estrena la planta baja y el jardín pero es el primer paso de un proyecto que nace, de la mano de Llámalo H, con el objetivo de albergar las necesidades del barrio y la oferta de talleres --la única actividad por la que se pagará-- o creaciones artísticas que sean llevadas por una gestión comunitaria. Bajo el amparo y tutela inicial de Zaragoza Cultural y la coordinación del esfuerzo económico por parte de Urbanismo, que correrá con los gastos de agua, luz, mantenimiento y limpieza. No se han calculado estos costes todavía, pero el consistorio los considera asumibles. Con la perspectiva de que el proyecto "no busca la rentabilidad económica sino la social", explicó ayer a este diario Diego Garulo, técnico municipal coordinador del proyecto.

La que da, argumentó, el hecho de implicar a todo el barrio con un edificio que sienten suyo. Por rescatarlo del olvido y porque, aunque hayan tenido que esperar tanto, este modelo de equipamiento de barrio se parece mucho a la propuesta que desde el tejido vecinal se reclamaba cuando se pensó en su reapertura. Querían un centro de creación cultural y ahora lo tienen y lo gestionarán ellos.

En esta espera han sufrido los episodios de vandalismo, las promesas de Gobiernos anteriores que nunca llegaron a materializarse, dos fondos estatales de inversión que pasaron de largo de San José pese a dejar casi 200 millones en Zaragoza en otras actuaciones, y una multitud de proyectos que nada tenían que ver con su petición.

Ahora, se podría asemejar a otros que son referentes en otras ciudades, como el Campo de Cebada o Esta no es una plaza, ambos en Madrid, o La Casa Invisible de Málaga, o el Espacio tangente de Burgos. Pero le vale con seguir siendo La Harinera de San José, y trabajar coordinadamente con Etopía, el centro de Luis Buñuel, La Colaboradora de Zaragoza Activa o Reas, en expandir ese nuevo modelo de cogestión en Zaragoza. Y, sobre todo, abandonar el olvido.