Noche de nervios, madrugada de pánico, jornada de convulsión y un futuro incierto para el Reino Unido y Europa, con repercusiones en todo el mundo. El resultado del referéndum con el que los británicos liquidan su pertenencia a la Unión Europea se sintió ayer como un terremoto planetario, con una sacudida histórica en los mercados financieros y gran conmoción política. El Reino Unido abre un camino que nadie ha recorrido y el primer ministro que se lanzó a esta aventura, David Cameron, en un colosal error de cálculo, ha anunciado que dimitirá en octubre, cargando con la responsabildad de haber amputado Europa.

Nunca antes un país se ha ido de la UE. El más que probabe sucesor de Cameron en el liderazgo del Partido Conservador y en Downing Street, Boris Johnson, la cabeza visible del brexit, ya ha dicho que no tiene prisa. Pero los dirigentes de las tres instituciones en Bruselas han pedido a Londres que active ya el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que pone en marcha el procedimiento de salida con el fin de no prolongar innecesariamente la «incertidumbre».

ENCUESTAS FALLIDAS / Una vez más, han fallado las encuestas y han fallado las apuestas. Con más de un millón de votos votos por delante, el brexit dejó de ser temido para convertirse en realidad, cuando tras una larga y tensa noche finalizó el escrutinio y se desató la tormenta. El 51,8% de los británicos dijo no a la UE, mientras el 48,2% votó por la permanencia. La participación fue alta: el 72% de los británicos fueron a las urnas el jueves, tras dos meses de una campaña crispada, muy agresiva en el tono y en el mensaje, que dio un giro dramático la semana pasada con el asesinato de la diputada laborista Jo Cox.

El voto a favor de la salida de la UE fue mucho mayor de lo que preveían las encuestas, que la víspera habían llevado la tranquilidad a los partidarios de seguir en Europa. El brexit se puso por delante con más de un millón de votos en un referéndum que ha fracturado al país. Excepto Londres, el grueso de Inglaterra votó por la salida de la UE junto con Gales. La capital británica, Escocia e Irlanda del Norte lo hicieron a favor de la permanencia, lo que ya ha agitado tensiones territoriales, especialmente peligrosas en el caso norirlandés, con un pasado reciente de violencia.

Tras años 43 años de una relación tortuosa con Bruselas, los británicos han desatendido las advertencias sobre las terribles consecuencias económicas de un abandono de la UE y se han dejado seducir por un discurso nacionalista que les ha prometido la reconquista de una soberanía supuestamente perdida y poner freno a la inmmigración, los grandes asuntos que han dominado la campaña. Podían votar pensando en el bolsillo, pero lo han hecho con el corazón. O con las tripas.

«Retomemos el control», ha repetido machaconamente el líder de la campaña del brexit, Boris Johnson, el gran ganador de la jornada, el hombre llamado a ponerse al frente de unas islas más alejadas que nunca de Europa. De periodista en Bruselas, a alcalde de Londres, y posiblemente a primer ministro. Siempre euroescéptico, siempre provocador.

El líder del populista partido de la independencia UKIP, Nigel Farage, fue el primero en hablar y en proclamar eufórico «el día de la independencia», a la vez que se felicitó por la «victoria de la gente decente y normal». Boris Johnson fue abucheado por un grupo de personas a las puertas de su domicilio, al grito de «traidor, traidor».

La jornada fue caótica. La libra se hundió a niveles que no se conocían desde 1985, depreciándose hasta 10 puntos respecto a dólar. En lo que ya algunos analistas bautizaron como el «Lehman Brothers europeo», las bolsas europeas sufrieron descensos generalizados. En el caso español, fue la peor en tres décadas. El Ibex cerró con una caída del 12,35%.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, compareció para anunciar que la entidad tomará «todas las medidas necesarias» para garantizar la estabilidad e inyectar liquidez por 250.000 millones de libras en las entidades financieras si es necesario.

La onda sísmica provocada por la consulta no ha hecho más que empezar. En Downing Sreet, Cameron anunció una dimisión en diferido, en la próxima conferencia del Partido Conservador, en octubre. Convocó la consulta para cohesionar al Partido Conservador y ganar las elecciones en el 2015 y se irá sin haber llegado a la mitad de su segundo mandato.

ESCOCIA E IRLANDA / La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, apuntó a que Escocia ve su futuro como parte de la Unión, y que un segundo referéndum sobre la independencia es «altamente probable», después de que los escoceses hayan votado masivamente (68%) por quedarse en Europa.

En Irlanda del Norte, el viceprimer ministro y exnúmero dos del IRA, Martin McGuinness, ya pidió la convocatoria de un consulta sobre la reunificación con Irlanda.

Bruselas busca respuesta a la que ya es la peor crisis que afronta en su historia la Unión. Llega además en un momento de colapso político y moral, tras años de políticas de austeridad que han alimentado la división entre estados, y cuando se ha revelado incapaz de afrontar la llegada masiva de decenas de miles de refugiados.

A la defensiva, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude-Juncker, negó ayer que este sea el principio del fin de la Unión Europea.

Pero no hay duda de que sí es un golpe de dimensión desconocida al mayor proyecto de unidad, paz y prosperidad nacido de las cenizas de la segunda guerra mundial. El matrimonio formado por Rosemary Somers y Tony Somers, de 75 y 77 años, recuerda a estas horas unos tiempos no tan buenos mientras pasea por un barrio de Londres.