Las encuestas han sido también las grandes derrotadas de las elecciones del domingo. Todas sin excepción erraron estrepitosamente a la hora de predecir el holgado triunfo del PP y, sobre todo, el no-sorpasso de Unidos Podemos al PSOE. En el caso de los socialistas y de Ciudadanos, las estimaciones se acercaron algo más al dictamen de las urnas. Los responsables de las empresas demoscópicas hacen autocrítica y propósito de enmienda, evitando culpar de su sonoro fracaso a las posibles mentiras de los encuestados.

En esta ocasión, ni los sondeos financiados con dinero público, que suelen trabajar con muestras más amplias, ni los encargados por medios privados supieron dibujar ni siquiera las tendencias de voto, sobre todo en las fuerzas de izquierda. Todos auguraron el sorpasso de Unidos Podemos, desde el CIS hasta la encuesta a pie de urna elaborada por Sigma Dos para TVE y la FORTA.

Empate en Andorra

El único barómetro que dejaba en el aire esta posibilidad fue el tracking diario efectuado por el GESOP para el Grupo Zeta (del 12 al 20 de junio) y para El Periòdic d’Andorra (del 21 al 25).

En el último sondeo publicado por el rotativo andorrano, el sábado por la noche, Unidos Podemos y el PSOE estaban empatados a 81-85 diputados, horquilla que se correspondió con el resultado electoral solo en el caso de los socialistas, porque la coalición de Pablo Iglesias acabó con 71 escaños.

La encuesta a pie de urna, elaborada a partir de la nada desdeñable cifra de 132.000 entrevistas, predijo también de 81 a 85 diputados para Pedro Sánchez, pero aupó a Iglesias hasta los 91-95 escaños, muy alejado de lo que ocurrió finalmente.

La estimación de voto es fruto de lo que se conoce como la cocina de una encuesta, que consiste en ponderar la intención de voto revelada por los sondeados a partir de variables políticas y sociológicas, a fin de detectar el posible voto oculto que consignan algunas formaciones. Esto significa que hay muchas personas que a la hora de contestar a los encuestadores ocultan su voto real o incluso finalmente deciden abstenerse.

El PP es el caso más paradigmático, como volvió a demostrarse el domingo. Todas las encuestas situaron a Mariano Rajoy en una horquilla de 116 a 121 diputados, pero las urnas catapultaron a los populares hasta los 137.

En el caso de Ciudadanos, que acabó con 32 escaños, las proyecciones le colocaban más cerca de los 40 diputados que contaba el 20-D y que finalmente tampoco se cumplió. H