No es el Pobre de mí ni falta que hace. Miles de zaragozanos de todas las edades despidieron ayer las Fiestas del Pilar entonando el Somos del añorado José Antonio Labordeta y contemplando el espectáculo de fuegos artificiales que puso el punto y final a los festejos haciendo retumbar las orillas del Ebro.

Más de 800 kilos de pólvora, lanzados desde el Parque Macanaz, iluminaron durante algo más de 20 minutos el cielo de la capital aragonesa en el último aliento de sus fiestas. Ruido, muchos colores y algunas sorpresas, como los corazones que pudieron contemplarse desde algunos puntos de los puentes y riberas con los que Pirotecnia Zaragozana quiso mostrar su agradecimiento a la ciudad.

«Pronto estaremos juntos y estallará la fiesta», cantaba momentos antes de la gran traca final La Ronda de Boltaña. La banda de folk aragonesa puso el broche musical al escenario de la Fuente de Goya ante una plaza del Pilar abarrotada y plagada de banderas de la comunidad y alguna estrelada aragonesa.

Con puntualidad británica, a las 20.00 horas, los quince músicos del Sobrarbe salieron al escenario. «En esta plaza Mayor de Aragón estamos para cantar si queréis a nuestra tierra», dijeron los altoaragoneses, que calentaron sus gargantas con El villano y Aragón somos tu y yo, para a continuación invitar a los presentes a «apurar el culico de ese porrón que son las Fiestas del Pilar» con su Tiembla porrón.

Durante hora y media, ofrecieron al público un repertorio consus canciones de siempre, desde sus reivindicativas Baixando t’a escuela, cantada íntegramente en aragonés; hasta Habanera triste, dedicada al pueblo de Jánovas; pasando por Manifiesto de invierno, por la defensa de los Pirineos. Tampoco faltaron temas como La Tronada, Mermelada de moras, Días de Albahaca o País perdido, que fueron los más tarareados y aplaudidos por los espectadores.

Y tras recordar a José Antonio Labordeta con su Canción homenaje al Abuelo, los músicos invitaron a subir al escenario a Ludmila Mercerón. La cantante cubana afincada desde hace más de una década en Zaragoza dijo venir en representación de sus once millones de compatriotas y trajo todo el sabor de la isla caribeña para entonar un Somos que a más de uno le supo a poco. Por eso, intentaron alargar el concierto lanzándose a capela con el Canto a la Libertad.

Los fuegos y la traca final hicieron el resto poniendo el colofón a nueve jornadas de actividades y espectáculos en los que tienen cabida todos los gustos y edades. Y es que tal y como canta La Ronda de Boltaña: «Con un nombre sé nombrar, ¿te lo nombro?, un mundo entero. Basta con decir: Pilar».