El análisis de los fenómenos complejos como la relación naturaleza-ciudad, que incluye aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales no puede expresarse en 140 caracteres sino que necesita un mayor desarrollo o un poquito de rollo, si me lo permiten. Es probable que si no consideramos adecuadamente los factores que intervienen nos salgan cuentas sesgadas conforme a la sensibilidad e intereses particulares de cada uno. En la ciudad vivimos muchos y satisfacer los deseos y necesidades del mayor número de usuarios ha sido y es nuestro objetivo. En cualquier caso, compruebo cada día que hay una gran carencia de datos o que estos están encriptados en un lenguaje técnico inaccesible. Creo que difundir datos rigurosos en un lenguaje comprensible es fundamental para incrementar el conocimiento. Luego, haga cada uno lo que deba y crea lo que mejor le convenga.

Es bien conocido que los azudes modifican los flujos líquidos, sólidos y biológicos: modificación más o menos importante de los hidrogramas, bloqueo de la carga sólida, dificultad de franqueo por parte de los peces. La retención del agua favorece su recalentamiento en época de estiaje, se agravan los efectos de la eutrofización, se favorece la sedimentación fina, etc… Desde el primer momento, en el diseño del proyecto del azud se tuvieron en cuenta estas amenazas y se procuraron reducir al máximo sus impactos.

Un poco de historia

La idea de construir un azud en el río Ebro a su paso por Zaragoza data del año 1954 cuando Ángel de Escoriaza realizó el estudio Embalse en el río Ebro, en el que se presentaba un proyecto de crear un lago artificial en el río de dos kilómetros. La finalidad, se decía entonces, era evitar el descenso del nivel del Ebro que «deja en seco gran parte de su cauce durante largas temporadas», algo que se podría lograr, según el estudio, «embalsando las aguas entre los puentes del ferrocarril y Nuestra Señora del Pilar».

El tema se retoma en 1996, cuando el Ayuntamiento de Zaragoza redacta un documento inicial para la recuperación y mejora del cauce del río Ebro a su paso por Zaragoza para el uso lúdico y deportivo. Asume como punto de partida el estudio realizado por el Cedex, el centro de estudios hidráulicos del ministerio. Ese mismo año el consistorio presenta el proyecto en las Jornadas Internacionales sobre Ríos y ciudades. Aportaciones para la recuperación del Ebro en Zaragoza, coorganizado por el propio ayuntamiento, la Universidad de Zaragoza y los colegios profesionales de Arquitectos e Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Las actas de la Institución Fernando el Católico y están accesibles todavía en internet.

En el 2002 se elabora el proyecto para la concesión del aprovechamiento hidroeléctrico del azud del Ebro para la estabilización de la lámina de agua previsto en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Zaragoza. En el 2006 se convoca la licitación de la concesión de obra pública para la construcción de un azud dotado de aprovechamiento hidroeléctrico en el tramo urbano del Ebro en Zaragoza y el posterior mantenimiento y explotación de la central hidroeléctrica; se propone una actuación urgente durante el estiaje del 2006 con el objetivo de finalizar la obra para la Exposición Internacional del 2008.

El 17 de marzo del 2006, el ayuntamiento encomienda a Expoagua realizar los trabajos necesarios para la construcción del Azud. La sociedad pública encarga a la empresa Idom el desarrollo del proyecto para la aprobación de las obras por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y el proyecto constructivo de las labores a realizar en el primer estiaje de las obras definidas, en la propuesta de actuaciones urgentes. En diciembre del 2006 se encarga el proyecto de finalización del azud y en abril de 2007 se adjudica la segunda fase de las obras a la UTE formada por las empresas FCC y Marcor Ebro, quedando desierta la minicentral hidroeléctrica que, por ahora, no se ejecutará.

El proyecto, integrado en el Plan de Riberas del Ebro, incluye una gran pasarela peatonal, el embarcadero más importante de la ciudad con un edificio de servicios (El Puerto), y un gran equipamiento deportivo en Vadorrey.

El azud

Queda claro que el azud se construye como parte del proyecto de riberas del Ebro (2000), anterior a la Expo aunque sea en el 2008 cuando se lleva a cabo. La propia Expo es hija del proyecto de riberas pues se concibió como una estrategia de oportunidad para atraer los recursos necesarios que nunca hubiera podido aportar el municipio. No creo necesario recordar el estado el lamentable estado previo de las riberas, duramente castigadas desde las inundaciones de 1961.

El objetivo fundamental del proyecto era procurar una lámina de agua estable para el desarrollo de actividades náuticas, turísticas y recreativas. Al efecto se diseñó la represa, el puerto fluvial en Vadorrey con su edificio de servicios, junto con un centro náutico municipal de gestión privada. La empresa que ganó el concurso quebró con la crisis y no se pudo desarrollar, pero tiene todavía una parcela asignada que se adecentó con el programa Estonoesunsolar. Aún ahora el potencial para crear un centro deportivo náutico permanece intacto.

La represa Azud de Lorenzo Pardo tiene una altura de 2,67 metros desde el cauce a la coronación de las compuertas y una cimentación desde la base de 7,17 metros. La cota de máximo nivel normal es de 189,67 metros Tiene una longitud de 207,80 metros y 7 compuertas abatibles con accionamiento oleohidráulico de 23,85 por 2,60 metros. La pasarela tiene 10,10 metros de ancho.

Un cálculo muy somero nos da un volumen de embalse, con las compuertas cerradas en la cota 189,67 del orden de 260.000 metros cúbicos. La renovación completa del agua se puede hacer en 5 horas, suponiendo un caudal entrante de 30 m3/s y un caudal de reserva de 15 m3/s.

Mantener las compuertas bajas o desmantelarlas, como preconizan algunos con visión muy sectorial, no mejoraría sustancialmente el flujo del agua, dada la escasa altura de la represa y el volumen de agua retenido. En aguas altas, el mantenimiento de las compuertas completamente abiertas con caudales superiores a los 500 m3/s y las defensas en forma de parques lineales garantizan la seguridad y la defensa de las vidas y bienes de más de 90.000 habitantes de la margen izquierda y el paso de los sedimentos y los peces.

Nada tiene que ver el mantenimiento de una lámina estable de agua con una desconsideración hacia el paisaje fluvial mediterráneo. En cualquier caso, el azud se diseñó de manera que no incrementase las amenazas sobre los garajes de las zonas aledañas (objetivo plenamente conseguido) y sus efectos solo llegasen hasta la base del Puente de Piedra (1.700 m), sin afectar lo más mínimo aguas arriba y menos al tramo de la Expo. En dicho tramo aparecen mejanas de gravas y arboladas que dividen el cauce en varios brazos.

Uno de los efectos negativos esperable es el recalentamiento del agua retenida por el azud. Para saber el grado de afección lo primero es medir la temperatura del agua en condiciones naturales (antes de entrar en la ciudad) y en las aguas remansadas. Los datos disponibles demuestran que el incremento de la temperatura -apenas unas décimas- por efecto del estancamiento del agua debido al azud es insignificante. Es lógico, pues la renovación del agua es permanente y el volumen retenido es pequeño. No parece muy científico extrapolar a Zaragoza medidas realizadas en los embalse de Mequinenza.

Por otra parte, la profundidad del agua remansada por el azud, unos dos metros por encima del nivel de las aguas en régimen natural, impide en el lugar incrementar el desarrollo de las plantas hidrófitas que sirven de soporte a la mosca negra.

De cara a la mejora en la gestión, nos parece indispensable que se analice la viabilidad de una reducción notable de la duración de cierre de las compuertas, especialmente si se apreciara un ascenso significativo de la temperatura del agua y de la eutrofización (no apreciado hasta el presente). En todo caso las modalidades de gestión deberían tener en cuenta un análisis económico y sociológico minucioso, junto con los aspectos ambientales basados en la medición y análisis de los parámetros físicos, químicos y biológicos del agua, y el seguimiento de la geomorfología, flora y la fauna.

Otra recomendación o sugerencia es el seguimiento topobatimétrico (medida de forma del cauce) en la continuidad de los que ya se han efectuado dentro del marco de los estudios anteriores, permitirá identificar los posibles procesos de acumulación de sedimentos en el cauce, así como eventuales incisiones regresivas o progresivas que pudieran existir.

Respecto a los hidrófitos, hace dos años se alquilaba una embarcación para este menester e incluso se pensó en adquirir alguna máquina para la extracción en el ámbito urbano de las masas vegetales y otros residuos que degradan las aguas y el paisaje y sirven de soporte para el desarrollo de la mosca negra.

El conjunto de las riberas del Ebro se diseñó y construyó teniendo en cuenta las necesidades y deseos del mayor número de usuarios, procurando reducir los posibles impactos ambientales. Las infraestructuras (Puerto) y los paseos longitudinales se diseñaron teniendo en cuenta el nivel de la lámina estabilizada del agua por la represa de compuertas abatibles. El conjunto está funcionando razonablemente bien, no destrocemos lo construido con la mejor intención y con el mayor cuidado. Repárese la compuerta averiada lo antes posible y sigamos disfrutando del Ebro que queremos.