Una enorme estructura blanca espera la llegada en el monasterio de Villanueva de Sijena de las tres cajas sepulcrales que en el siglo XV albergaron los cuerpos de las antiguas prioras del cenobio. Sus nombres: sor Isabel de Aragón, sor Beatriz Cornel y sor Francisquina d’Erill y de Castro. En la actualidad, las piezas están en el Museo Diocesano de Lérida, pero cuando sean devueltas se reintegrarán en una sala habilitada para tal efecto a las 97 obras que conforman el llamado tesoro de Sijena, un conjunto heterogéneo de enseres, cuadros, retablos esculturas y telas que fue vendido de forma irregular a comienzos del siglo XX.

En lo que fue un dormitorio para las religiosas, ahora se pueden ver medio centenar de obras consideradas menores junto a numerosos espacios vacíos. Pero según destacó el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Nacho Escuín, el verdadero sentido de la colección está en la unidad de las mismas. «Ninguna pieza es mejor o peor, pues todas forman parte de un conjunto», destacó. El monasterio, fundado en 1188 y de estilo románico tardío, logró en sus años de esplendor reunir una riquísima colección artística hasta su declive a finales del siglo XIX, cuando comenzó el declive.

Además de los sepulcros, se consideran de gran interés cuatro relieves de alabastro con representaciones de la vida de Jesús. Se atribuyen al escultor Gabriel Joly y están datados en torno a los años 1529 y 1530. Junto con los sepulcros, estas son las únicas piezas expuestas en Lérida. El resto están actualmente condenadas a la invisibilidad en las bodegas del diocesano. Y eso que, en términos de tamaño y espectacularidad, se pueden reseñar pinturas en telas o tablas de gran tamaño y calidad. O la parte inferior en madera pintada del retablo de la Piedad con los Siete Gozos de la Madre de Dios atribuido al Maestro de Sijena, datado en el siglo XVI.

La actual exposición cuenta con piezas como las puertas del antiguo palacio prioral, varios libros y pergaminos, así como valiosos relicarios, uno de ellos con el inquietante cráneo de Santa Constancia. Escuín destacó ayer que el recinto cumple con todas las condiciones de temperatura y humedad para albergar este tipo de obras. «Estamos completamente en desacuerdo con las declaraciones de las autoridades catalanas en las que ponen en duda la calidad del espacio», criticó.

Por ahora, el mayor problema es la falta de una entrada conjunta para visitar la exposición y el museo.