El nuevo centro de Zaragoza. Así se vendía en el 2008 el potencial que, decían, iba a tener el recinto de Ranillas. La mayor concentración de iconos de la arquitectura y la ingeniería de la capital aragonesa junto a una apuesta por un recinto empresarial y administrativo que iba a ser referencia con un modelo de nueva generación. Sonaba bien desde el principio, un proyecto de envergadura y una utilidad a una inversión multimillonaria que iba más allá de los 93 días que duraría la muestra internacional. Llama la atención que hoy sea el recibo del IBI el que impida que no se abra al público el Pabellón Puente o la Torre del Agua, que el Pabellón de Aragón quede huérfano de ideas o que el de España solo reciba dinero para reparar lo que se ha estropeado por el abandono de un Gobierno central que se desentendió pronto de ese futuro.

El Gobierno aragonés cogió las riendas de su reconversión y asegura que solo necesita que el resto de administraciones entiendan, y especialmente el Ayuntamiento de Zaragoza, «que este es un proyecto de ciudad» afirman desde Expo Zaragoza Empresarial, ahora dentro de la macrosociedad Aragón Plataforma Logística, que agrupa todos los activos inmobiliarios y logísticos de la comunidad autónoma. Para ella, que la titularidad de la sociedad que lo gestiona sea suya no implica que si a la Expo le va bien, a la ciudad y a los zaragozanos les irá bien.

Entre sus últimas peticiones al consistorio está la mejora del servicio de transporte público. Conectar los juzgados con todos los barrios por autobús ayudaría a los ciudadanos y también serviría de acicate para aquellas empresas que se estén planteando instalarse. Y dinamizar este espacio para el ocio, ya que los zaragozanos han demostrado que, como en las fiestas del Pilar del 2016, cada vez que se pone una oferta lúdica allí, ellos responden con su afluencia.

Más allá de la ideología

Pero no hay forma de que las dos administraciones se pongan de acuerdo. Algunos opinan que es una cuestión ideológica del partido que gobierna el ayuntamiento, Zaragoza en Común (ZeC), por su rechazo a un modelo de desarrollo basado en proyectos megalómanos y multimillonarios. Un argumento que podría explicar el estancamiento actual en temas como la reapertura de la Torre del Agua si no fuera porque esta guerra la iniciaron otros antes. Concretamente, el PSOE municipal y autonómico, cuando hace dos legislaturas decidieron que el pulso por el pago del IBI acabara en los tribunales.

Abrir los iconos de la Expo por 200.000 euros anuales y «a costa del contribuyente», la DGA lo ve inviable en tiempos de crisis. Y el consistorio interpreta que perdonarlo es subvencionarle. Así, el futuro de la zona Expo hace aguas H