«Apelamos a la unidad en la calle y en las instituciones frente a los gobiernos de derechas». Así respondía IU Aragón al nuevo escenario político en el que mantendrá su único escaño en las Cortes. Su coordinador general, Álvaro Sanz, será a partir del 20 de junio el nuevo diputado de la formación en el Parlamento aragonés, tomando el relevo a Patricia Luquin, en una legislatura que se prevé aún más complicada para ellos, como para toda la izquierda parlamentaria. El resultado, insistió, «no ha sido bueno» y «la unión de la izquierda es la única opción». Aunque queda mucho por hacer, porque ni siquiera Podemos es un aliado estratégico, por sus malas relaciones tras la ruptura que les llevó a concurrir por separado, y porque, como le pasa a IU, sus votos ya no suman una mayoría decisoria junto a los de CHA y el PSOE.

La realidad es que el bloque de izquierdas no suma mayoría absoluta. Aunque para Sanz debe ser el PSOE, ganador de las elecciones, quien decida si «mira a la izquierda, añadiendo un componente regionalista con el PAR» o «mira a la derecha pactando con Ciudadanos». Por eso ayer exigió a Javier Lambán que «aclare sus intenciones cuanto antes».

«Ahora lo importante es reforzar los espacios que han salido a la izquierda», y digerir el batacazo en el ayuntamiento de la capital y el mal resultado en Huesca, porque sigue tiendo presencia en el conjunto del territorio. «Todo responde a una dinámica general hacia el PSOE que ha penalizado también a IU», explicó. Su balance es de pérdida de apoyos en las tres circunscripciones: en Huesca de 3.802 a 2.679, en Teruel de 3.479 a 2.235 y en Zaragoza de 20.903 a 17.101. Su resistencia a la fragmentación de la izquierda es la mejor noticia, pero la peor es la que apuntó Sanz: la reflexión obligada para todos. «No tener propuestas unitarias es lo que más ha penalizado», afirmaba, y «esa es una cuestión que cada uno tendrá que reflexionar y asumir en la medida de sus responsabilidades». La de su partido, en este caso, quizá sea la menos traumática de todas.