El convenio firmado por el Ayuntamiento de Zaragoza en 2005 para sacar la fábrica de Schindler (antes Giesa) del barrio de Las Fuentes-Montemolín hizo que parte de las instalaciones pasaran a ser de propiedad municipal. El acuerdo fue visto en aquel entonces como una gran oportunidad para dotar a la zona de un equipamiento público de primer orden para su uso social, deportivo y cultural. Transcurridos 14 años de la marcha de la empresa, sin embargo, nada se ha llegado a hacer, para desesperanza de los vecinos.

El traslado de la planta de ascensores al polígono Empresarium sí se hizo según los previsto, lo que permitió consolidar 500 puestos de trabajo en la ciudad. También se llevó a cabo la recalificación de los terrenos anexos a las naves para la construcción de viviendas, una operación que permitió levantar los modernos bloques de pisos que ahora hay en este entorno, donde también se creó un pequeño parque. Las plusvalías obtenidas permitieron a Schindler sufragar el coste de la reubicación de su planta industrial.

Lo que no se cumplió fue la recuperación y reconversión de la antigua factoría en un equipamiento para el barrio. Este elegante edificio es considerado además una de las joyas de la muy menguada ya arquitectura industrial de Zaragoza, obra del arquitecto Miguel Angel Navarro, el mismo autor de la casa Soláns. Lamentablemente, el paso del tiempo y el vandalismo han deteriorado parte de las instalaciones.

La mala conservación del edificio y los problemas de salubridad han sido denunciados reiteradamente por los vecinos, cuyas propuestas y demandas han caída hasta ahora en saco roto sistemáticamente.

Ciudad de la Infancia

Muchas han sido las propuestas e iniciativas que han surgido en este tiempo para dar vida a este gran edificación. En la campaña electoral del 2007, Chunta Aragonesista propuso albergar en estas instalaciones la Ciudad de la infancia, un proyecto que pretendía involucrar a los más pequeños en la vida colectiva de la ciudad y fomentar un ocio alternativo. Esta formación planteaba además que se ubicaran aquí instituciones en defensa de la infancia como el defensor del menor en Aragón, un observatorio permanente de la infancia o el museo del juego. La idea no caló, aunque el ayuntamiento la retomó con motivo de la candidatura de la ciudad para ser Capital Europea de la Cultura en el 2016.

Proyecto Cierzo

En la pasada legislatura, el equipo de gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) tanteó un nuevo plan para sacar del abandono a la antigua fábrica a través del denominado proyecto Cierzo, que se basaba en la colaboración con entidades privadas para investigar fórmulas que ayuden a la reutilización de los residuos urbanos. La iniciativa aspiraba a lograr 5 millones de euros de fondos europeos, pero no se consiguió el dinero y todo quedó en nada.

El consistorio también redactó el pasado año un plan director que contemplaba ejecutar por fases la reforma de la antigua fábrica de Schindler, una actuación estimada en unos 20 millones de euros que se enmarcaba en la apuesta de ZeC por recuperar y dotar de uso los edificios catalogados.

En definitiva, mucho ruido y cero inversión, una práctica a la que el nuevo responsable del Urbanismo de la ciudad, Víctor Serrano (Cs), dijo ayer que pondrá fin. Los próximos presupuestos municipales serán la prueba del algodón de ese compromiso o la constatación de una nueva promesa incumplida.