Los vecinos del entorno del Centro de Las Armas afirman que llevan «sufriendo» la saturación de actividades que se realizan en el espacio desde hace varios años. El ruido, dentro y fuera del recinto, es un problema porque «molesta a los vecinos» no solo por los conciertos sino también por «el botellón», basura y orines con los que los vecinos conviven cada semana. La respuesta al macroconcierto organizado para este sábado es una concentración silenciosa en la plaza Mariano de Cavia a las 22.00 horas. «Queremos mostrar nuestro cabreo, pacíficamente y en silencio porque si uno de los grandes problemas es el ruido no tiene sentido que lo hagamos y no queremos fastidiar los conciertos que ya están autorizados», asegura Eddy Castro, presidente de la Asociación de Vecinos Lanuza-Casco Viejo, promotora de la iniciativa junto a la Plataforma De Afectados por el Ocio Nocturno.

Son conscientes de que el problema de fondo es «la saturación de actividades» y recuerdan que el proyecto se diseñó hace 20 años, con la participación de la asociación, con el objetivo de dar salida a los grupos que se forman en la Escuela de Música Municipal de Las Armas. Años después «se decidió sacar a concurso» y ahí «empezaron los problemas porque los gestores, muy razonablemente, quieren realizar el mayor número de conciertos y actividades para su beneficio económico y ese beneficio atrae las molestias de los vecinos, lo mismo que por la creación de comercios de hostelería alrededor».

VUELTA AL ORIGEN

Castro reconoce el «éxito de las actividades» y que es «un servicio muy demandado» pero no debe estar situado en un «entorno residencial». Para el presidente de la asociación, «lo más grave es que dos familias se han tenido que retirar del entorno y otras dos más se quieren ir por esos mismos problemas». Y pone un ejemplo: «Una de las familias tenía una niña con problemas mentales y no podía estar en su casa, sobre todo en verano y nos contaban que para dormir la siesta se iban al parque de San Pablo». Es por eso, que piden que la gestión del centro vuelva a ser pública para que «los vecinos no nos sintamos desplazados».

Miguel Morte Royo, portavoz de la Plataforma y de Stop Ruido Casco Histórico, cuenta que recientemente una señora le decía que cuando hay un concierto «no podía hablar con su marido porque no le oía».

Considera que por las noches existe una «impunidad absoluta». Desde plaza San Francisco hasta el Ebro y desde el parque Bruil hasta la plaza del Portillo es «una zona toda ella saturada y mientras no se cambie normativa, todo está permitido», señala.

El domicilio es «un espacio inviolable, y el ruido lo viola. Los políticos nos hablan de concienciación y educación pero ellos no la tienen», afirma y añade: «El ayuntamiento tiene una responsabilidad porque no controla los decibelios». Una sala pequeña con un concierto «no genera problemas pero si tiene al lado 10 o 12 bares entonces sí». Para Morte, el recital de Las Armas de hoy se podría celebrar en otro lugar, el Auditorio, el Párking Norte, la Romareda, el Parque Labordeta... «donde no habría problemas con los vecinos». Y concluye: «Lo nuestro es un derecho y el ocio es una necesidad».