El sector del videojuego en Aragón cuenta con talento e ideas, pero por el momento con poco apoyo institucional para competir con grandes polos de atracción nacionales como Madrid o Barcelona. Una situación que algunos colectivos del sector, como la Asociación Regional Aragonesa de Desarrolladores y Expertos en Videojuegos (Aradev) trata de revertir, fomentando la unión del sector y comenzando a tejer redes de apoyo institucional para constituir un veradero clúster.

Pocos pueden dudar de la pujanza de un sector que, a nivel global, mueve el doble de dinero que el cine y la música juntos en España (1.530 millones de euros en el 2018), pero sigue siendo difícil hacer entender este potencial al inversor tradicional. Más todavía a nivel autonómico.

En Aragón, según las estimaciones de Aradev, existen entre 30 y 60 empresas dedicadas a esta industria, incluyendo en él la creación 3D, los efectos visuales, la realidad virtual o la realidad aumentada. «Entre trabajadores y autónomos estamos hablando de más de 250 personas dedicadas al sector», indica el actual presidente de la asociación, Jorge Gordún.

La propia asociación es un buen exponente de lo que ocurre en la comunidad, ya que su anterior presidente tuvo que emigrar a Levante ante los mayores incentivos que ofrecía la zona.

Las empresas por lo general son pequeñas, de unas tres personas, pero si funcionan, tienen una capacidad de crecimiento exponencial. «Es interesante remarcar que son negocios importadores de dinero, lo traen del extranjero y lo redistribuyen a través de sueldos e impuestos», remarca Gordún.

El mayor coste, alrededor del 90%, es el de personal, y ahí es donde el sector echa de menos algo de apoyo institucional. Según expone el presidente de Aradev, «Canadá consiguió atraer una buena parte de la industria más importante del videojuego simplemente con desgravaciones fiscales en los puestos de trabajo relacionados con la industria interactiva. Países como Francia, Italia o Reino Unido han creado incentivos fiscales y están creciendo y otras comunidades están creando subvenciones al desarrollo de videojuegos. Por ejemplo Madrid, que también tiene un fondo para cubrir créditos y avales que permiten el acceso a financiación por parte de las empresas del sector».

El Estado lanzó recientemente la primera línea de ayudas para esta industria, pero como sucede con otras subvenciones, el problema es que se las acaban llevando las grandes.

Pese a las dificultades, y con diversos avatares, algunas empresas aragonesas se las apañan para pervivir. Es el caso del estudio turolense Teku, cuyo cofundador y director creativo, José Antonio Gutiérrez, considera que es difícil hablar de «industria, no solo en Aragón, sino en España».

CULTURA EMPRESARIAL

Según expone, los problemas son múltiples, comenzando por el hecho de que, aunque hay gente «muy bien preparada» en lo técnico, «falta cultura empresarial». Los desarrolladores están estupendamente formados para desarrollar los videojuegos pero no para gestionar las empresas, y así, se multiplican los estudios que rara vez sobreviven a su primer proyecto.

Del mismo modo, los inversores nacionales no entienden el sector ni su rendimiento a largo plazo, porque un buen proyecto «cuesta un mínimo de dos o tres años, y eso no se entiende». Además, tampoco hay publishers nacionales, «lo que sería equivalente a una productora en cine», lo que obliga a buscar ayuda extranjera, como a nivel de inversión.

Teku, que sí presume de apoyo institucional, al menos en Teruel, es uno de los ejemplos de supervivencia, con sus cuatro empleados y seis colaboradores. Tras el éxito de su primer juego, Candle, se encuentran en pleno desarrollo de su siguiente juego, relacionado con la época de la España de Goya.