Jorge Bergua, director del hotel Gran Vía de Zaragoza, lamenta que el retroceso de la capital aragonesa a la «fase 2 flexibilizada» supone una nueva piedra en el camino que «echa por tierra lo poquito que habíamos avanzado en estas semanas de nueva normalidad». Desde el pasado lunes, este céntrico hotel de Zaragoza no ha dejado de recibir cancelaciones. Si bien, reconoce su propietario, «lo triste es que tampoco había mucho que cancelar».

De hecho, el sector hotelero todavía no se había recuperado del duro golpe del cierre durante el confinamiento. Y eso que en el caso de este hotel, permaneció abierto «como establecimiento de emergencia» y no tuvieron que recurrir a un ERTE para mantener a la plantilla. «Ahora nuestra ocupación fluctúa mucho si comparamos los días de entre semana con los fines de semana, pasando de un 30% a un 80%. Pero el año pasado en estas fechas, estábamos llenos», lamentó. De hecho, asegura que cuando llegaba el mes de julio, lo habitual en los hoteles era «tener casi planificado el resto del año, porque con las reservas previas llegabas hasta diciembre con un 30% o un 40% de ocupación». En el año del covid-19, nada más lejos de la realidad. «No hay reservas. Abres la agenda el lunes, y la semana está vacía. Igual que la semana siguiente. Excepto los valientes de las bodas que siguen casándose y tienen que alojar a sus invitados, apenas hay movimiento», manifestó. Ahora, duda incluso de que sigan celebrándose enlaces.

Pero más allá de las cifras, este director de hotel denuncia el «irreparable» daño a la imagen de Zaragoza como destino turístico, a nivel nacional e internacional. «Si lo que estábamos intentando era generar confianza en este destino, con este retroceso de fase se genera desconfianza e incluso miedo entre algunos clientes, porque hay gente que está muy preocupada con todo lo relacionado con el virus», manifestó Bergua. Además, en su opinión, habría que «tener más cuidado con cómo se dicen las cosas, ya que mucha gente relaciona la fase 2 con las franjas horarias y la restricción de movimientos, pero ahora no estamos en esa situación».

En la práctica, Bergua ya ha empezado a adaptar su hotel. «Hemos vuelto al buffet asistido y ya hemos quitado mesas del comedor, pero seguimos necesitando más concreción respecto a las medidas acordadas», subrayó. Y en su mente, llena de incertidumbre, solo una idea: «Veremos qué pasa en septiembre».