El estado de alarma sacudió al deporte como nunca antes. La gran mayoría de equipos y competiciones habían ido echando el freno hasta que el 14 de marzo todo se detuvo en seco. Estadios y pabellones vacíos, competiciones suspendidas en el tiempo, deportistas encerrados en casa entrenando en el salón, con garrafas de agua, con mucha imaginación. Las consecuencias todavía perduran, las competiciones regionales acaban de regresar casi un año después, las gradas siguen vacías en el deporte profesional, los protocolos lo inundan todo y el impacto económico ha sido mayúsculo para clubs y federaciones.

Un año después, el deporte es otro. Test de coronavirus, partidos aplazados por positivos, cuarentenas, burbujas, estadios sin gente, sin alma, nuevos formatos de competiciones, caídas de ingresos. Una vida distinta. Hace un año, el Real Zaragoza iba disparado hacia Primera División y hoy pelea para no bajar a Segunda B. El Casademont estaba haciendo la mejor temporada de su historia, era tercero, y se quedó con las ganas de saber hasta dónde podía llegar. El Huesca fue el único que supo sacar provecho. El 14 de marzo era cuarto y acabó como campeón de Segunda. Hoy pelea por conservar su plaza en el élite.

Por si el perjuicio deportivo fuera poco, el económico ha abierto un agujero inmenso en las cajas de los clubs. Todas las entidades que contaban con jugadores o o jugadoras profesionales tuvieron que acogerse a un erte el mismo mes de marzo, abril como muy tarde. El Real Zaragoza apuntó en sus cuentas que esta temporada 2020-21 dejará de ingresar 4.058.8000 euros, unos tres millones por abonos y uno más por taquillas. En el caso del Casademont Zaragoza, ha calculado su impacto hasta ahora en un millón de euros, que puede subir medio más si tiene que devolver las cuotas cobradas a sus abonados por la segunda mitad de la temporada.

El estado de alarma sumió al deporte en la más absoluta incertidumbre. Con todo detenido no se sabía qué iba a pasar, si las competiciones iban a poder reanudarse, con todos los problemas que eso podía generar. Si no volvían, la cuestión era cómo resolver los títulos y, sobre todo, los ascensos y descensos. En caso de regresar, en qué fechas podría jugarse, teniendo en cuenta que los contratos profesionales suelen concluir el 30 de junio, y si podría retomarse tal cual o si habría que establecer un nuevo formato.

Como nada de eso estaba contemplado en ningún reglamento ni bases de competición, las soluciones fueron variadas e improvisadas según cada caso. Al final, solo los deportes profesionales masculinos pudieron acabar la temporada. Regresó el fútbol en Primera y Segunda, que completó sus jornadas tal cual estaban previstas desde el inicio, y concluyó la Liga ACB con una fase final disputada en dos semanas en Valencia, en una burbuja. También se disputaron los playoffs de ascenso de Tercera División de fútbol, en sede única. Todo lo demás se quedó como estaba el 14 de marzo del 2020.

Sin duda el mayor símbolo de que esto era algo sin precedentes fue la decisión de posponer un año los Juegos Olímpicos de Tokio. Desde el inicio de la era moderna del olimpismo en 1896, solo las Guerras Mundiales habían aplazado su celebración, pero nunca se había roto el ciclo de cuatro años entre cita y cita que distingue a este evento único y universal. Ocurrió también con las grandes vueltas ciclistas o los grandes torneos de tenis.

Las soluciones

En España, todo lo que no era profesional se paró. El balonmano, el voleibol, el waterpolo, el hockey hielo, el atletismo... Y la decisión generalizada fue decretar que no hubiera descensos de categoría, aunque la mayoría sí conservaron los ascensos. Eso permitió que clubs que se encontraban en posición de descenso cuando todo se paró, como el Bada Huesca, la Escuela de Waterpolo o algún equipo de Liga EBA, conservara su plaza en la categoría. La otra consecuencia fue que en la campaña 2020-21 había que ampliar las competiciones.

Marzo del 2020 dejó una imagen inédita en el deporte, la de los clubs acogiéndose a ertes uno detrás de otro. La pérdida de ingresos hizo que las entidades no pudieran afrontar los pagos más inmediatos. El Mann Filter y el Levitec fueron los más madrugadores en Aragón, después lo hizo el Bada Huesca y, a continuación, el Basket Zaragoza y el Sala Zaragoza. Mientras, el Real Zaragoza aplicó un erte y negoció una rebaja salarial con la primera plantilla. También el Huesca pactó un recorte con sus futbolistas.

A partir de aquí y con la decisión definitiva sobre las competiciones, los clubs pudieron tomar su camino, unos pocos debían prepararse para el regreso y, la inmensa mayoría, se afanaron en preparar una nueva temporada también llena de incertidumbres. Las principales, cuándo y cómo se podría empezar y, sobre todo, la presencia o no de público en las gradas. Este ha sido el gran caballo de batalla desde el principio.

Así, casi dos meses después de parar, Real Zaragoza, Huesca y Casademont volvieron a entrenarse en mayo, con test, distancias y por fases, desde sesiones individuales hasta las colectivas varias semanas después. En junio regresó la competición. La nueva temporada 2020-21 empezó con cierta normalidad en cuanto a fechas para las competiciones nacionales. Las regionales y escolares acaban de volver un año después, con mascarilla, sin uso de vestuarios y con aforos muy limitados.