Con solo 3 años ya quería Teresa Rey emular a su padre, José Carlos, fino centrocampista zurdo que militó en el Bardenas y en el Ejea y que le inculcó a su hija, a la mediana de las tres, ya que con María y Pilar esa influencia no fue ni de lejos tan poderosa, la pasión por el balompié y hasta lo hizo con su misma posición. «Como era tan pequeña, mis padres pensaban que era una rabieta, pero con 4 años ya me apuntaron porque no paraba de decirlo», asegura la jugadora de las Cinco Villas, ahora capitana del Zaragoza CFF. «El fútbol es mi salvavidas, me ha ayudado a crecer como persona y como compañera. Me ha dado mucho», añade con convicción.

Habla deprisa Teresa, quizá como muestra de ese carácter decidido y luchador que bien puede venir impreso en su apellido, pero para forjarlo sobre el césped ha sido clave la figura paterna. «Tras cada partido hablo con él y reflexionamos, pero es más que eso, es un pilar. Muchas veces, miro a la grada y con una mirada ya sé qué me quiere decir», afirma la futbolista, que cita entre sus referencias en el fútbol a Busquets, que «hace muy fácil lo difícil», pero sobre todo a dos mujeres, a Silvia Meseguer, «una jugadora brutal», y a Sara Monforte, ahora entrenadora del Villarreal y que la dirigió en el Zaragoza CFF.

La jugadora ejeana había llegado al Transportes Alcaine en la 13-14, para el filial, y dio el salto al primer equipo dos años después, pero tras el descenso cogió la maleta y siguió en Primera en el Sevilla. Un curso aciago aquel 18-19 para ella. «Me iba muy lejos, era la primera vez que salía de mi entorno y a los cuatro meses me rompí el cruzado y el menisco. Lo peor de la carrera son estas lesiones, muy largas y difíciles de afrontar», reflexiona, aunque después reconoce que de toda etapa dura se sacan grandes enseñanzas: «Doy las gracias a haberla tenido porque me hizo mejorar. Vuelves de otra manera, te hace crecer y valorar todo mucho más».

«El fútbol femenino necesita apoyo y crecer, no se nos compensa de la misma manera»

En todo caso, esos seis meses de baja le devolvieron al Zaragoza CFF ya con el reto de subir y recuperar un sitio en la Liga Iberdrola, objetivo que todavía sigue para dar el salto de regreso a una élite femenina que todavía espera el cumplimiento del convenio publicado en agosto de 2020. «Entrenamos y trabajamos igual, pero no se nos compensa de la misma manera y no solo económicamente, también en los recursos, en el reconocimiento. El fútbol femenino necesita apoyo para crecer y no se puede comparar con el de los chicos, las cualidades físicas son totalmente distintas, pero el deporte, su esencia, es el mismo».

Compagina su pasión y los estudios en Actividades Físicas Deportivas, aunque ya tiene el título de nivel 2 de entrenadora. «No me podré deshacer nunca del fútbol, si no puedo estar ni un día sin él... Me gustaría entrenar y compaginarlo con el trabajo». Aun así, a sus 24 años, eso queda lejos. Teresa quiere «crecer y mejorar año a año» y desea el ascenso, aunque la Liga Reto «es muy dura, competida y cada semana se ve», sentencia, con la mirada ambiciosa, llena de valor.