Con solo 17 años exhibe Inés Bergua (Huesca, 29 de mayo de 2004) madurez y determinación. Las demuestra al hablar de la gimnasia, el deporte al que se ha entregado con total tenacidad y con el que ha llegado a la selección absoluta para estar entre los mejores equipos del mundo y ser parte de la nueva generación que busca repetir hazañas como aquella plata de Río 2016. «Los valores y las enseñanzas que me ha dejado este deporte son esenciales. No es un modo de vida, es una forma de verla y afrontarla, te ayuda a superarte y eso se aplica en todos los ámbitos», dice con seguridad sobre una disciplina deportiva que exige el mayor de los sacrificios pero que a ella le da muchas recompensas y que tiene ahora la meta en París, en unos Juegos que supondrían cumplir «un sueño». Y si ya ese sueño llegara con una medalla...

Para lograrlo, no hay que escatimar esfuerzo ni trabajo. Lo sabe bien Inés, que entrena 7 horas al día con solo una jornada de descanso a la semana en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Un esfuerzo que lleva muchos años haciendo, que ha compaginado con campus durante varios años en Los Ángeles, «donde mejoré mucho con gimnastas de alto nivel y trabajando hasta 10 horas al día», y que le obliga a ser ordenada y «a aprovechar al máximo mi tiempo», para compaginar esa dedicación con sus estudios de segundo de Bachillerato en el IES Ortega y Gasset, justo al lado de la residencia Joaquín Blume, donde trabaja sin descanso con la mirada puesta en 2024. 

Eso sí, todo empezó mucho antes, con solo tres años y en el Club 90 de Huesca. «Mi tía Salas había hecho gimnasia rítmica a nivel nacional, yo era una niña muy activa y les aconsejó a mis padres que me apuntaran que seguro que me iba a gustar. Acertó de lleno», recuerda con satisfacción, aunque reconoce que a esa edad no es muy original apostar por la gimnasia, una especialidad que «tiene de las que más deportistas federados de España».

Aquella sugerencia para que Inés descargara adrenalina y energía se convirtió con los años en su pasión y en su vida, con muchas dosis de sacrificio, también de sus padres. «Siempre han estado ahí, a mi lado, con viajes, con apoyo, con muchas horas viéndome entrenar y competir. Yo he hecho mucho esfuerzo, pero ellos también. Han hecho todo lo que estaba en su mano para cumplir mi ambición».

«Conforme el nivel sube, el sacrificio es mayor. La gimnasia rítmica ya no es la cantidad de horas sino también la calidad»

Fue en infantil, hacia 2015 y en el CAR de Madrid, cuando Inés ya tuvo claro que había que apostar muy fuerte por la gimnasia, que quería ser grande en este deporte en el que desde 2017 se entrega de forma grupal al ser componente de la selección, primero júnior y ahora absoluta. «Conforme el nivel sube, el sacrificio es mayor. La gimnasia rítmica ya no es la cantidad de horas sino también la calidad», resume, presumiendo sin descanso de saber aprovechar al máximo su tiempo, como no puede ser de otra manera. «La gimnasia me devuelve todo ese esfuerzo con satisfacciones. Cuando sales al tapiz y haces el trabajo bien hecho te das cuenta de que todo merece la pena, las horas y los lloros, y que al final lo que te propones poco a poco lo puedes conseguir».

Mejor deportista aragonesa

Lo que ha conseguido, de momento, es llegar con la selección a ser cuartas del Mundial júnior en 2019 y quintas en el absoluto el año pasado, entre otros logros, además del premio a la mejor deportista aragonesa en la Gala del Deporte que se le concedió en diciembre y que correspondía a ese 2019. «Fue un orgullo y sentí un agradecimiento enorme. Siempre he presumido de mi tierra y visibilizar mi deporte y nuestro trabajo supone una felicidad enorme. Estas cosas te impulsan a seguir trabajando más fuerte», dice la oscense.

"El 'Equipaso' es una referencia para todas, soñamos con llegar tan alto como ellas. Mi objetivo es París 2024 y ojalá pudiera competir en dos Juegos, pero es muy difícil. Siempre escucharé a mi cuerpo»

París es la palabra que más repite, con la idea de confirmar el relevo generacional en la gimnasia española. Aquel 'Equipaso' (Alejandra Quereda, como capitana, Lourdes Mohedano. Elena López, Sandra Aguilar y Artemi Gavezou) alzó la plata en Río solo por detrás de Rusia. En 2020 llegó el relevo en la dirección, con Ana María Pelaz como entrenadora y Quereda como seleccionadora y el equipo español ya rozó el billete a Tokio en el último Europeo. «Ese equipo es una referencia para todas, soñamos con llegar tan alto como ellas. Mi objetivo es París 2024 y ojalá pudiera competir en dos Juegos, pero es muy difícil. Siempre escucharé a mi cuerpo».

Su cuerpo de momento le dice que siga adelante, que no frene, aunque sabe que la «carrera de las gimnastas es más corta» y después le espera una vida diferente, para la que su idea, aún no decidida, es hacer el doble grado de Derecho y Periodismo, o apostar solo por la primera de ellas, en la universidad. Pero eso lo tendrá que compaginar con tantas horas de entrenamiento y sacrificio y, después, «he creado un vínculo tan estrecho que la gimnasia formará parte de mi vida aunque no sea entrenadora cuando deje de practicarla. Seguiré vinculada seguro, por todas las personas que he conocido», concluye con seguridad. Antes, hay que cumplir un sueño. Y está en París.