MUJER Y DEPORTE

En el nombre del padre

«Es mi ídolo, mi referente», dice Elena Casao, portera del Zaragoza femenino, que heredó esa pasión de su progenitor y que está en su cuarta temporada en el equipo como titular indiscutible

Elena Casao posa en la portería del CDM Mudéjar, donde entrena el Zaragoza CFF.

Elena Casao posa en la portería del CDM Mudéjar, donde entrena el Zaragoza CFF. / JOSE MIGUEL CALVO

S. Valero

Nacho Casao jugó en el CD La Almunia y en el Juventud de fútbol sala de la localidad. Era portero y con unas cualidades que se quedaron en una carrera menor de lo que merecía su nivel. Pero sí consiguió que su hija Elena heredara su pasión bajo palos. «He tenido muchos espejos en los que mirarme y todos los entrenadores de mi carrera fueron importantes, pero mi referente es mi padre. Es mi ídolo y el que me ha enseñado tantas cosas», dice con seguridad la meta del Zaragoza CFF, que está en su cuarto curso en el primer equipo femenino de Aragón. 

Esa pasión por los guantes que no heredó su hermano mellizo, Ignacio, lateral derecho en el Ricla ahora, la vive Elena en una familia en la que a su madre, Pili, le «ha tenido que gustar el fútbol a la fuerza, no se ve y se habla de otra cosa en casa», y todo sin haber visto jugar bajo palos a su progenitor, que sí la entrenó en sus inicios: «Siempre me dice que al final he sido mejor que él. Me cuentan muchas veces en el pueblo que fue muy bueno, pero también que yo he llegado más lejos», añade, reconociendo que en sus inicios chocaba mucho verla bajo palos en equipos con chicos, en los que jugó hasta infantiles. «Cuando los rivales veían que la chica era la portera escuchaba de todo, no cosas despectivas, siempre de sorpresa».

«Hubo un partido de fútbol sala en el que me empeñé en salir como jugadora de campo. Acabó y mis amigos me dijeron que volviera a la portería que se me daba mejor. Yo la verdad es que también lo vi claro»

Tuvo un momento de debilidad, porque «hubo un partido de fútbol sala en el que me empeñé en salir como jugadora de campo. Acabó y mis amigos me dijeron que volviera a la portería que se me daba mejor. Yo la verdad es que también lo vi claro», asegura sin parar de reír la arquera, que tras jugar en su pueblo y en la Escuela de Fútbol Base de Calatayud dio el salto al Oliver en 2018 y un año después al Zaragoza CFF.

"Es una posición que te exige mucha frialdad para saber afrontar momentos difíciles. Estás muy sola y tus fallos se ven mucho, porque suelen acabar en gol»

«Suelen decir de los porteros que estamos un poco locos y en parte lo comparto. Es una posición que te exige mucha frialdad para saber afrontar momentos difíciles. Estás muy sola y tus fallos se ven mucho, porque suelen acabar en gol», afirma, con la capacidad más que aprendida ya para convivir con los errores, porque cuando «era pequeña en cada fallo se me venía el mundo encima. Ahora, a este nivel, la única manera es asumir que es algo natural».

"El club estuvo más de 10 años en Primera y este proyecto piensa en eso, en crear una base de jugadoras que permanezca de año a año y lograr recuperar la senda»

En el Zaragoza CFF respira la realidad de años complicados, alejados de aquel equipo que pisó la élite no hace mucho y que ahora está anclado en la nueva Segunda RFEF. «El descenso del año pasado fue muy duro. Estoy convencida de que el club volverá a donde se merece, a estar entre los mejores de España, aunque es verdad que el fútbol femenino está creciendo y cada vez la competencia es mayor y es más difícil llegar a una categoría alta», argumenta tras una temporada de transición en la que el equipo acusó su mal inicio y en la que ahora ya vive muy lejos del ascenso y sin sufrir por la permanencia: «El club estuvo más de 10 años en Primera y este proyecto piensa en eso, en crear una base de jugadoras que permanezca de año a año y lograr recuperar la senda». 

La portera del Zaragoza CFF lanza un balón antes de un entrenamiento.

La portera del Zaragoza CFF lanza un balón antes de un entrenamiento. / JOSE MIGUEL CALVO

Cumplirá 22 años en junio y esta temporada, tras la retirada de Lisbeth, es la única portera que hay en el primer equipo, «Competir con alguien que tiene un nivel muy alto te hace sacar lo mejor de ti», dice con cierta resignación sobre su realidad en un club al que «me siento muy vinculada, ya que estoy encantada de llevar el nombre de Zaragoza por todos los lados. Y por mis estudios también es lo más cómodo, pero no descarto jugar fuera. ¿Por qué no?»

Entrenadora en ciernes

Esos estudios son de cuarto de Químicas, en el último curso, aunque su aspiración es seguir entre libros cuando acabe la carrera, compaginándolo con el fútbol, que también estará en su vida cuando tenga que colgar las botas, aunque queda mucho para eso. «Siempre voy a estar vinculada a este deporte, porque en todo momento ha estado conmigo durante mi vida y también estará cuando me retire». Sentencia. ¿Por dónde estará? «Quizá en entrenar niñas, me gusta mucho la formación», cierra, con la seguridad de que «ese gusanillo que me metió mi padre es para siempre, está claro».