MUJER Y DEPORTE
Pilar Velilla: el éxito antes del éxito
Fue la portera del Prainsa Zaragoza que logró el ascenso a la máxima categoría hace ahora veinte años y llegó a ser internacional absoluta, pero tuvo que renunciar porque el fútbol femenino no era profesional y no podía compatibilizarlo con su trabajo. Disputó la final de Copa de 2009 en La Romareda y destaca el compromiso de las jugadoras para llevar a Aragón a lo más alto.

Pilar Velilla posa esta semana en el centro de Zaragoza. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA
«Muchas veces pienso, no nací en la época adecuada», dice Pilar Velilla, portera del equipo que llevó a Aragón a la máxima categoría del fútbol español, internacional absoluta, en un tiempo en el que el fútbol femenino no tenía ni la repercusión ni la popularidad ni el apoyo de la actualidad. Eran otros tiempos. En los que ni los colegios ni los clubs ofertaban fútbol para las niñas. En los que Aragón contaba con muy pocas licencias. En los que todas las jugadoras trabajaban para vivir porque el fútbol no daba ni para sobrevivir.
«A mí me gustaba mucho el fútbol pero como no había empecé jugando a baloncesto y luego mi hermana me fichó como portera para su equipo de balonmano. Hasta que un amigo que su hermana sí llevaba un equipo de fútbol sala me dijo que probara, empecé de jugadora porque le pegaba fuerte a la pelota, hasta que en un entrenamiento me puse de portera, lo paré todo y ahí me quedé», relata Pilar Velilla.
El principal rival de ese equipo era el que llevaba David Magaña, luego gran artífice de ese Prainsa histórico, y fue quien estuvo todo un verano insistiendo a Pilar para que se pasara al fútbol 11. «La portería me parecía enorme, yo decía, pero ¿hacia dónde me tiro? Porque no llegaba a ningún balón. Pero entonces un chico empezó a entrenar a las porteras y me gustó, David confió en mí y ya me quedé. Empezamos en Regional, subimos a Nacional y en dos o tres años subimos a Primera», recuerda.
Un ascenso que fue una sorpresa porque el Prainsa ganó a equipos que llevaban mucho tiempo peleando por ascender y porque Aragón apenas tenía licencias y la competición regional era de las más flojas de España. «Fue duro mantenerse pero éramos un buen equipo. Creo que como aquél no ha habido otro igual en Aragón», dice Velilla. Un equipo que fichó a una jovencísima Vero Boquete cuando estaba despuntando en Galicia. «Fui a la selección española con ella», recuerda la exportera.
Le llamaron a pesar de una lesión que le había llevado al Peñas pero tuvo que acabar renunciando. «Estuve una primera vez, que fueron tres días de entrenamientos, y luego en un preEuropeo que era una semana. La siguiente ronda era ir tres semanas a Londres y yo trabajaba en un despacho de abogados. En el trabajo me dijeron, o el trabajo o el fútbol y, claro, del fútbol no vivía. Me convocaron pero tuve que decir que no», indica.
Y es que entonces las jugadoras apenas cobraban. Bastante era si conseguían no tener que pagar por jugar. «A mí me pagaron los dos últimos años, bueno pagaron, conseguí que me pagaran los guantes y porque hablé con Soloporteros, pero mi ficha igual eran 500 euros. A las de fuera les daban la casa y tal y les daban un poco más pero no sé si llegaría a mil euros», señala.
Así que jugaban por jugar, porque se divertían, porque les gustaba, por compromiso con el equipo. «Desde que bajaron ni han vuelto a jugar un ascenso. No hay jugadoras. Tampoco creo que haya un compromiso como el que teníamos nosotras. Ahora que muchas de ellas podrían vivir del fútbol no hay ese compromiso. Nosotras no vivíamos del fútbol sino de trabajar, yo salía de entrenar y me iba a currar porque trabajaba de noche o al revés, acababa en el bar y corre a entrenar. Hace cuatro o cinco años hice una última incursión en el fútbol con Sira Abad que estaba de entrenadora, ficharon a tres veteranas y éramos las que más corríamos en el campo», relata.
Un compromiso y una calidad que llevaron al Prainsa a jugar la final de la Copa de la Reina en La Romareda en 2009. «Esa final fue espectacular, íbamos con mucha ilusión. Creo que nos coaccionó el campo, si hubiéramos jugado en el Pedro Sancho nos hubieran ganado seguramente pero no de esa manera. El campo se nos hizo muy grande. No la gente porque a mí me dio un poco igual, pero sí se veía el campo mucho más grande que cualquiera en el que hubiéramos jugado. El año pasado fui a la final y no tuvo nada que ver. Se llenó todo y estuvo muy bien. Las nuestras valían uno o dos euros e íbamos por la calle vendiéndolas o regalándolas», recuerda.
El fútbol femenino ha avanzado mucho, aunque aún queda camino. «Sigo pensando que tienen que avanzar mucho más pero ya se han profesionalizado, se pueden comprar una casa, pueden vivir de eso, pero aún así. Es verdad que no generas el mismo dinero, a mí lo que me parece mal es que el mismo campeonato no dé los mismos premios. Entiendo que por publicidad el chico gane más, si generan más que les paguen más por el patrocinio o la publicidad o la televisión, pero no como premio del campeonato si el campeonato es el mismo», reivindica Pilar Velilla.
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