MUJER Y DEPORTE

Raquel Zaldívar: La Jota en el corazón

Desde hace cinco años es vicepresidenta del BM La Jota, club al que aporta su experiencia en tecnificaciones y resolviendo las pequeñas batallas del día a día

Raquel Zaldívar, en el pabellón de La Jota en el que tantas horas ha pasado durante toda su vida.

Raquel Zaldívar, en el pabellón de La Jota en el que tantas horas ha pasado durante toda su vida. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

39 de sus 47 años lleva Raquel Zaldívar ligada al balonmano. Desde las pistas del Colegio La Jota y el club del mismo nombre hasta la máxima categoría española en Gijón para volver a sus orígenes, al club del barrio, ahora como vicepresidenta, además de madre de dos jugadoras. La experiencia, el conocimiento, la pasión, puestas al servicio de un deporte que abarca a toda la familia. Su marido fue árbitro de Asobal y ahora es también coordinador en el club, su hermano juega con los veteranos, un primo, los sobrinos... «Hace poco nos hicimos una foto y éramos seis Zaldívar», explica.

Además, es jefa de estudios y coordinadora de Erasmus en el colegio Gloria Arenillas, así que cuando termina su jornada se marcha a casa a comer y, por la tarde, aparece en el pabellón de La Jota donde, nada más entrar por la puerta, ya le reclaman para contarle, pedirle, explicarle cualquier cosa. «Aportamos todos ayuda diaria, todas las pequeñas gestiones que hay que hacer las vamos repartiendo entre la junta, coordinadores, entrenadores, porque esto casi un voluntariado y tenemos que estar todos para que esto salga adelante. Yo aporto mi pequeña experiencia como jugadora en el apartado técnico, otros están en la gestión económica, ropa, viajes... Hay mil cosas que hacer», enumera.

Raquel conoció y vivió todas las etapas del balonmano hasta llegar a la élite aunque eso no supusiera ni siquiera cobrar un sueldo profesional. «Mi padre me mandaba pasta para poder sobrevivir en Gijón. Lo haces porque eres joven, te gusta, puedes, pero llega un momento en que si no eres del máximo nivel no ganas 2.000 euros para vivir fuera de casa como un trabajo normal. Ahora todas las jugadoras de este nivel se van fuera de España», recuerda. Por eso el objetivo del BMLa jota es «darles un paso intermedio por si alguna quiere seguir jugando. Mientras, les enseñamos sacrificio, esfuerzo, lucha, hacer equipo, todo eso tan bueno que te aporta el balonmano», indica.

Solo paró de jugar en dos ocasiones, los dos embarazos. Sus hijas no solo han seguido su camino sino que disfrutaron también de su etapa de jugadora. «Sí, me vieron jugar. De hecho me peinaban, les gusta mucho hacer trenzas y en mi último partido voy peinada como ellas querían, con dos trenzas. Han viajado conmigo en el autobús, cuando iba con el Nacional, y poder subir al autobús, entrar al vestuario… ellas encantadas».

Desde hace cinco años forma parte de la directiva del BM La Jota como vicepresidenta junto a Jorge Batlle. Una labor menos visible, que se hace por amor al arte y sacando tiempo de donde no lo hay para gestionar un club enorme. «Tenemos 30 equipos y más de 400 jugadoras y jugadores. Hemos crecido un montón en los últimos cuatro años, duplicando casi el volumen», valora. 

El peor problema con el que tienen que lidiar con semejante volumen es el pabellón. «Nos apañamos mal. Compartimos pabellón con varios clubs, el Lupus, la Unión, las extraescolares de La Jota… Tenemos que repartirnos por toda Zaragoza en varios pabellones porque no damos abasto. Usamos este pabellón, el del Pilar Lorengar, Bomberos, Salduba, Goya… y aún así vamos faltos de pistas».

En balonmano femenino siempre han sido un referente y ahora quieren serlo también en el masculino. «Queremos tener la misma línea masculina que femenina aunque históricamente haya sido más potente la femenina», explica. Y tienen un sueño, llegar a la máxima categoría con el equipo femenino. «Hace cuatro años que tenemos el equipo nacional y es un esfuerzo económico y organizativo grande. Es otro nivel más exigente, un poco más profesional aunque las jugadoras no lo sean, pero muy exigente en todos los ámbitos. Nuestro objetivo es conseguir un equipo en la máxima categoría. Zaragoza debería tener un Asobal y uno de Liga Iberdrola. Pero eso, poco a poco», concluye.

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