Argentina se mide a Arabia Saudita. Lo que supondrá un conflicto de intereses para Leo Messi. El corazón contra la cartera. Porque La Pulga es el embajador turístico de Arabia Saudita, su imagen fuera del país. Leo le pone cara a los saudíes en el mundo por una montaña de dinero que se baraja que alcanza las nueve cifras y supera ampliamente los seis millones de dólares que rechazó Cristiano Ronaldo en su día para asumir ese mismo rol. No se ha desvelado la cantidad del acuerdo de Messi con los saudíes, pero sirva como precedente el contrato que firmó en 2021 David Beckham con Qatar para ser su embajador cultural durante diez años por 200 millones de dólares.

Messi fue presentado como embajador de turismo de Arabia Saudita el pasado mes de mayo durante un viaje a Jeddah, ciudad a orillas del Mar Rojo, durante la cual Ahmed al-Khateeb, ministro de turismo de Arabia, aseguró: “Esta no es su primera visita de Messi al reino y no será la última”. Leo, al que acompañó en su visita la princesa Haifa Al-Saud, viceministra de turismo, grabó un anuncio en sitios emblemáticos del país.

El crack argentino pisó por primera vez Arabia Saudita en 2011, jugando con su país un partido contra los anfitriones. Desde entonces ha regresado muchas veces, desde el Superclásico de las Américas de 2019 a la Supercopa de España de 2020. Hoy Messi es una cara familiar para los saudíes, que lo encuentran en las vallas publicitarias de Riyadh y de todo la nación.

Cómplice del sportswashing

Al aceptar el cargo de embajador, Messi se vuelve cómplice del sportswashing, término popularizado por Amnistía Internacional para describir el uso del deporte por parte de gobiernos opresores para legitimar sus regímenes y disfrazar los abusos contra los derechos humanos.

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Leo ha aceptado poner su imagen al servicio de una Arabia Saudita señalada por innumerables abusos contra los derechos humanos, incluido el asesinato del periodista disidente Jamal Khashoggi, la guerra en Yemen, o una represión salvaje sobre intelectuales, personas LGBTI+ y activistas por los derechos de las mujeres.

Antes de que se hiciese público su vínculo, las familias de los presos políticos en el reino instaron a Messi “a rechazar las ofertas para convertirse en la cara del turismo saudita”. Su carta advertía que “el régimen saudí quiere utilizarle para lavar su reputación. Si dice 'sí' a Visit Saudi, en realidad está diciendo que sí a todos los abusos contra los derechos humanos que tienen lugar hoy en la Arabia Saudita moderna. Pero si dice ' no', enviará un mensaje igualmente poderoso: que los derechos humanos importan, que la decencia importa, que quienes torturan y asesinan no lo hacen con impunidad. El mundo debe hacer frente a aquellos que pisotean a los demás”. Leo dijo sí y se manchó las manos. La duda es saber si celebrará los goles si marca ante Arabia Saudita. El corazón se mide a la cartera.