Crónicas Mundiales

Un árbitro vetado en la final de un Mundial (1990)

Alemania elevó una queja a FIFA para impedir que un brasileño, José Roberto Wright, pitase la final del torneo

Codesal, en la final de 1990

Codesal, en la final de 1990 / Getty

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Hoy en día sería una petición impensable. Poco menos que un escándalo. Pero en 1990 no solo fue atendida, sino que prosperó, para alegría de los alemanes y desesperación de los argentinos. 

El caso es que cuando Alemania alcanzó la final del Mundial de 1990, una noticia ensombreció los ánimos de la delegación. 

El árbitro designado para dirigir la final ante la Argentina de Maradona (por primera vez en la historia se repetía una final, Alemania-Argentina) era un brasileño llamado José Roberto Wright, uno de los mejores árbitros del mundo en el momento.

No lo veía así Alemania, que exigió a la FIFA que cambiase de árbitro. ¿Por qué? Lo detalla el periodista Luciano Wernicke en su libro ‘Historias insólitas de los Mundiales de fútbol’ (Altamarea, 2022). 

“La selección germana había perdido las dos finales precedentes con un juez brasileño en la cancha: con Arnaldo Coelho en España’82 y con Romualdo Arpi en México’86”.

De padre a hijo

La FIFA escuchó la petición alemana y accedió. Se designó entonces a un árbitro uruguayo nacionalizado mexicano, Edgardo Codesal.

Su padre, José María Codesal, también había sido árbitro mundialista. Era el suplente en la final de 1966, cuando Inglaterra ganó a Alemania con polémica. 

Codesal pasaría a la historia el 8 de julio de 1990: no solo por ser el primer árbitro en expulsar a un jugador en una final (el argentino Pedro Monzón con roja directa en el 65’ y veinte minutos después, otro argentino, Gustavo Dezzotti, por doble amarilla), sino por señalar un polémico penalti de Sensini a Völler a falta de cinco minutos para el final. 

Indignación en Argentina

Brehme transformó el penalti y Argentina perdió la final: algunos jugadores, como Caniggia, se fueron a por el árbitro después del partido. En los días siguientes, Codesal recibió numerosas amenazas de muerte desde Argentina. 

“Tengo familia en Argentina, tenía una alegría inmensa por la clasificación argentina para final; de hecho en México’86 grité los goles de la final ante Alemania”, explicaría tiempo después Codesal, quizá en un intento de que los argentinos lo perdonasen.

“Me duelen los comentarios de que hubo una mano negra. No fue así. Había la mano de un hombre decidido a pitar lo que veía, aunque se tratase de una final de la Copa del Mundo”.