En un Mundial sin estrellas definidas ni determinantes, más de continuidad que de novedades singulares, y demasiado insulso y aburrido por lo visto en ediciones anteriores, Alemania se vengó de Argentina cuatro años después en una mala final que acabó decidiendo Andreas Brehme en un polémico penalti y a falta de cinco minutos para la conclusión, después de que la estrella germana Lothar Matthäus dudara a la hora de ejecutarlo.

Beckenbauer se vengó de Bilardo y condujo de esta forma a la ‘Mannschaft’ a tricampeonar con su tercer título mundial, tras los de 1954 y 1974, igualando en aquel momento a los brasileños y demostrando que la eficacia es lo suyo, haciendo buena la frase del exazulgrana Gary Lineker, al caer eliminada Inglaterra en semifinales: “El fútbol es un juego simple que se inventaron los ingleses y que siempre ganan los alemanes”.

Semifinales igualadas

Precisamente la igualdad en la disputa de las dos semifinales -Argentina-Italia y Alemania-Inglaterra-, decididas ambas en los penaltis, fue uno de los mejores instantes de una Copa del Mundo más de fútbol defensivo que ofensivo.

Solo el Camerún del veterano Roger Milla -38 años- despertó pasiones en la fase final, antes de ceder en la prórroga con Inglaterra, relanzando el fútbol africano.

La España de Luis Suárez en Italia 90 cayó en esta ocasión en los octavos de final ante uno de sus verdugos históricos, la Yugoslavia entonces de Dragan Stojkovic que perdió después con la subcampeona.