La localidad zaragozana de Miedes de Aragón volvió a viajar en el tiempo y el espacio para transformarse, por cuarto año, en la localidad natal de Jesús, hace 2021 años, más o menos. El Belén Viviente cosecha cada año más éxito entre los asistentes, que este sábado, según fuentes municipales, superaban los 400, con lo que el municipio de la comarca de Calatayud duplicó con creces su población invernal.

El éxito de esta cita, ya tradicional pese a su corta trayectoria, es la implicación de sus vecinos. Gran parte de ellos, 110, son actores en las escenas del Belén Viviente, y otro medio centenar ayudan en las diversas tareas necesarias para la recreación, desde la preparación del recorrido o los trajes a la publicidad.

Además, los organizadores, las distintas asociaciones vecinales y el consistorio, intentan mejorar año a año para que cada visita sea una experiencia nueva. El año pasado, gracias a la asociación de mujeres, se mejoró el vestuario, y este año lo que había cambiado eran varios de los decorados, gracias a la asociación de mayores.

Con estas mejoras se pudieron ver ayer una veintena de escenas, varias de ellas nuevas, como una escuela repleta de niños o unos esquiladores que, si no exactamente de hace dos milenios, usaban aparejos bastante antiguos. Porque el Belén intenta recrear no solo las escenas más conocidas, como el propio nacimiento de Jesús, sino la vida en la época.

Vecinos y visitantes, bien protegidos con su mascarilla, pudieron disfrutar del recorrido escénico por la tarde (antes pudieron hacerlo por libre), y con buenas vistas, ya que las escenas son elevadas para facilitar la visibilidad ante el creciente número de asistentes. Y al final una chocolatada, que si bien no es muy de la época, se agradece para combatir el frío. 

Además hubo toque solidario, con donación de regalos para distintos colectivos por parte de los vecinos.

Actores al calor de la hoguera, con la torre de Miedes al fondo.