Como eslabones de una misma cadena, las empresas de maquinaria agrícola padecen la sequía de los ingresos del campo aragonés. Aunque muchas de las pujantes compañías del sector dan salida a sus máquinas en el ámbito internacional, tampoco ocultan las dificultades que pueden afrontar «si los agricultores no recuperan su renta», ya que ellos son sus principales clientes y la península Ibérica, su destino por excelencia.

Sergio Alonso, director comercial de la empresa Tenías, fundada en 1956 en Ejea de los Caballeros y especializada en la fabricación y comercialización de palas cargadoras, reconocía que «el 2019 fue regular y se prevé que el 2020 sea peor». La bajada en la matriculación de tractores supone que «tampoco se necesitan complementos». Sin embargo, expresaba su optimismo porque las nuevas palas para tractores compactos «puedan tener un buen respaldo en la FIMA». Mientras, siguen potenciando su negocio exterior, «cada vez más consolidados en los mercados sudamericanos».

En Monzón, el grupo Tatoma cuenta con 89 trabajadores en maquinaria agrícola. Fernando Torres, su director general, subrayaba la «trascendencia» de la FIMA, y destaca la «pujanza» que tradicionalmente ha tenido el sector agroalimentario en Aragón. Sin embargo, considera que «falta estar mejor posicionados a nivel internacional» y «seguir cooperando en proyectos de innovación», para lo que cree que la labor del clúster será «clave» en los próximos años.

En Rigual llevan más de medio siglo produciendo maquinaria agrícola desde Fraga con 119 trabajadores en su plantilla. Explican que los cambios legislativos de para los vehículos de arrastre les hicieron perder «entre un 35 y un 40% en el 2019». Óscar Rigual, responsable comercial agrícola, reconocía que «a nivel local, los agricultores llevan tres años con precios bajísimos y eso frena las ventas». Pero valoraba que si se apoya al sector éste responde: «En cuanto el agricultor tiene un euro, lo invierte».