La situación es paradójica. En medio del escenario de una feria internacional como la inaugurada ayer en Zaragoza, con millones de euros en maquinaria puesta a la venta, el paseante de calle, el que representa al agricultor familiar, solo tiene motivos para el pesimismo. «Todo esto solo es para los grandes fondos de inversión», asegura el navarro Javier Estaún.

La opinión es compartida por un buen número de visitantes. La visita a la FIMA se hace más por tradición y por mantenerse al día de las novedades que por una necesidad real de emprender inversiones. La situación en el campo es muy complicada y en todas las comunidades autónomas las explotacoines están al borde de la crisis. Por eso reclaman que se aclare cuanto antes el debate sobre las ayudas europeas y se favorezca el relevo generacional. «Si no te apoya la familia es imposible empezar de cero, la agricultura en la actualidad es una actividad costosa y sacrificada en la que nunca salen las cuentas», asegura el zamorano Pascual Martín. Ronda los treinta años y se ha lanzado a la gestión de la explotación familiar. «Aquí solo se viene a mirar cosas, con el tiempo ya pensaremos en comprar», reconoce.

Pese al desánimo generalizado entre los agricultores, los pabellones zaragozanos se veían pocas horas después de la inauguración abarrotados. La FIMA supone una oportunidad única para atisbar tendencias, tanto en regadíos y protección de cultivos como en sectores paralelos como el cooperativismo o la distribución. En una de las plazas interiores la marca New Holland ha organizado una prueba de habilidad con sus tractores para levantar unas ruedas con la ayuda de la pala cargadora de un flamante tractor.

Miguel Navarro es un arrocero valenciano que viaja a Zaragoza cada dos años. Cree que el sector está condenado. «Los jóvenes tienen un alto porcentaje de parados, pero ninguno de ellos se decanta por la actividad agraria, por algo será», afirma tajante. Culpa sobre todo al sistema globalizado que hace imposible garantizar unas condiciones adecuadas para las explotaciones familiares si se tiene que competir contra economías menos reguladas. Por eso pide una mayor conciencia social entre los consumidores a la hora de elegir productos que se hayan producido en sus propias comunidades autónomas. «Hace falta mentalizar a toda la ciudadanía de que esto no es tan fácil como parece desde fuera, pues se invierte mucho dinero, mucho trabajo para estar siempre padeciendo», manifiesta.

PABELLÓN DIEZ

El pabellón 10 es el que concentra un mayor número de expositores de instituciones y organizaciones agrarias. La asociación de cooperativistas, los institutos de promoción industrial y los sindicatos tienen su espacio rodeados por pequeñas empresas de componentes y accesorios para la maquinaria.

Entre algunos visitantes la convocatoria de una gran manifestación para el próximo 10 de marzo que se anuncia en algunos paneles no supondrá un cambio sustancial en su «mala situación» tras años de deriva. «Nos dicen que tenemos que seguir produciendo, pero nos tienen que ayudar de verdad, pues con salir a cortar carreteras no estamos logrando nada», lamenta el jerezano Juan Francisco Cruz. Se dedica al olivar y a pesar de su condición de joven agricultor ve el futuro «con dudas».

La presencia de las mujeres en este tipo de actividades aumenta muy poco a poco. Es otra de las realidades a las que tiene que hacer frente la agricultura de a pie. «A mí no me importaría incorporarme a la explotación familiar», señala la valenciana Mónica Carrascosa. Ha acudido a la feria con cooperativistas de la comarca de la Hoya de Buñol con la intención de estar al día, asumiendo que el camino es muy complicado. «La situación económica va para abajo, no es fácil tomar una decisión así», destaca.

La vitalidad de una cita como la FIMA contrasta con el abandono de grandes zonas de la España interior. Los vecinos de la comarca Campo de Belchite son unos observadores directos de esta realidad. «Los agricultores estamos todo el tiempo cambiando de cultivo para intentar acertar, queremos ser competitivos, pero con la situación actual es casi imposible», asegura Emiliano Lizano. Con la experiencia que le han dado los años, según dice, pronostica que al final en los pueblos «no quedará nadie».

Junto a uno de los animados expositores de abonos y productos fitosanitarios (nada como tener un grifo de cerveza para asegurarse los curiosos), el también vecino de Belchite Ángel Ambró confirma las impresiones pesimistas. «Los políticos nos podrán hacer todas las promesas que hagan falta, pero lo que de verdad hacen falta son hechos», señala. «El que no tiene éxito solo tiene una alternativa: vender y abandonar, pues el resto de alternativas son casi imposibles», indica.

"SE ACABA"

A pesar de que la edición de este año está dedicada a la maquinaria (la especializada en ganadería se celebra los años impares) los catalanes Carlos y Vicente Fabra, que tienen vacas y caballos, han acudido a Zaragoza con la intención renovar maquinaria. «Los precios que nos pagan a nosotros son cada vez más baratos y los hierros cada vez más caros», dicen siguiendo la tónica general. Afirman que como el relevo generacional es «imposible» la vida en el campo «se acaba».