De niña leí 'La historia interminable'. Un clásico en mi quinta. En el inicio de la nueva Fantasía, Bastián preguntaba a la Emperatriz Infantil por qué estaba todo oscuro. Ella respondía: «Los comienzos siempre lo son». Como este. Un recomienzo que ha mostrado las dos caras del llamado efecto mariposa. Cómo un virus llegado del otro lado del Planeta lo cambió todo. Pero también, cómo «mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas» puede transformar el mundo. Cada vez son más. Se contagian unos a otros. Se contagian y nos contagian. La solidaridad es viral.

A mí me contagiaron. Y ni me acerqué a ellos. Solo les escuché, para escribir una sección de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN sobre protagonistas en primera línea. Me contagiaron y aprendí grandes lecciones. Las apunté. Hasta las intenté reunir en un vídeo, para no olvidarlas. Porque son lecciones vitales que sirven para todo. Lecciones de voluntarios, de profesionales comprometidos, de inventores de proyectos vecinales, de ciudadanos que, estén en la situación que estén, prefieren mirar al otro que mirarse al ombligo. De ellos aprendí que no debemos dejar a nadie atrás. Me lo dijo Antonio de la Vega, de la Obra Social del Carmen. Reparé, gracias a Víctor Sebastián, taxista, en que, de hecho, «si este virus hubiera afectado más a los jóvenes, los mayores no nos hubieran dejado atrás». Ocurrió en la crisis del 2008, cuando el virus era la economía. Comprendí que quienes cambian el mundo, no se quejan: actúan. Que saben que ayudar, ayuda. Que hacen cajitas con sus hijas para guardar los besos que no damos, como Javi Quirós, de la UME. O se cruzan en el súper y se besan con los pies, como el actor Luis Rabanaque y su pareja, Ana Moreno, enfermera. Porque saben, como Laura Andrés en la UCI --o en la vida--, «salir de una habitación llorando y entrar sonriendo en la siguiente».

Puede que alguien piense que los cito demasiado, con la misma soltura que a Galeano. Pero quizás ellos deban ser los nuevos gurús. Los ‘influencers’ del futuro. Y, si seguimos las reglas de Michael Ende, ellos formularán los deseos que creen el nuevo mundo. Solo tendrán que seguir imaginando. Ojalá.