El día que se anunció la entrada en vigor, en 48 horas, del estado de alarma en nuestro país y por tanto, el confinamiento de la población en sus casas, la Coordinadora Aragonesa de Voluntariado y sus entidades miembro nos empezamos a plantear cómo adaptar todas nuestras actividades habituales, que facilitaban el apoyo a los colectivos más vulnerables para el desarrollo de actividades esenciales.

En pocos días tuvimos que afrontar numerosos cambios, nos habíamos visto obligados a suspender la participación de personas voluntarias en servicios consolidados y, además, un importante número de nuestros voluntarios y voluntarias debían mantenerse en su domicilio ya que pertenecen a grupos vulnerables. Esto nos obligó a un momento de reflexión y de toma de decisiones para reaccionar antes las nuevas necesidades que podían surgir, marcándonos como objetivo mantener las actividades básicas de los colectivos a los que atendemos garantizando la protección necesaria a los mismos y cuidando a su vez la de nuestros voluntarios y voluntarias. Uno de los principios del voluntariado, la cercanía, daba paso ahora a la «proximidad sin contacto».

Solidaridad natural

Una parte importante de nuestro trabajo nos ha venido dado por la respuesta de solidaridad del ser humano ante la adversidad. Un gran número de personas, tanto con experiencia previa en el voluntariado como sin ella, han mostrado su interés en colaborar ante las nuevas necesidades surgidas. Y este ofrecimiento ha superado con creces la demanda de aquellas personas que no tenían apoyos para cubrir sus necesidades básicas. Creemos que esto ese debe a que esta solidaridad se ha desplegado de forma natural, impregnando a toda la sociedad y generando una red de ayuda familiar y vecinal próxima y cercana.

Nuestras primeras acciones respondían a los objetivos de garantizar la protección de los voluntarios y de las personas atendidas, el acceso a bienes de primera necesidad de colectivos vulnerables que debían permanecer en situación de confinamiento y proporcionar apoyo emocional a colectivos institucionalizados, con las relaciones familiares habituales interrumpidas.

Desarrollamos diferentes actividades virtuales como formación online, para capacitar el desenvolvimiento de las personas voluntarias en la situación actual, y contacto virtual y telefónico con personas institucionalizadas. También desarrollamos actividades presenciales como la compra y reparto de productos alimenticios y farmaceúticos a los colectivos de mayor riesgo, distribución del material de protección disponible para personas voluntarias, también para aquellas personas con síntomas o diagnóstico de covid-19 que permanecen en su domicilio y de tareas y material escolar a aquellos niños y niñas que no cuentan con la posibilidad del acceso virtual necesario.

Todas estas acciones se difunden en Frena la curva, iniciativa del Gobierno de Aragón con la que participamos desde su inicio. Surgió para afrontar los retos que planteaba esta situación de pandemia y canalizar esfuerzos de forma coordinada para minimizar sus efectos. Como todas las iniciativas se ha ido construyendo a la vez que se adaptaba a los cambios que surgían y a las limitaciones marcadas por el confinamiento. Actualmente refleja el movimiento voluntario y ciudadano que, desde diferentes ámbitos, participa para apoyar a la población más vulnerable.

El desarrollo de todas nuestras iniciativas tampoco se ha visto exento de dificultades como no entender la necesidad del confinamiento, miedo al contagio, falta de equipos de protección para las personas voluntarias, acreditaciones adecuadas que justifiquen los desplazamientos ante la autoridad competente, adaptación de la forma de pago de los servicios de compra y dificultades de coordinación ante la diversidad de iniciativas y la pluralidad de agentes participantes.

Estos obstáculos sólo pueden superarse con la implicación y coordinación de las entidades de voluntariado con todos los agentes implicados. En la difícil situación que estamos viviendo es necesaria la participación de todos y cada uno para vencer esta pandemia. Las personas voluntarias están contribuyendo a mostrar que, cuando la coordinación es posible, se logra fomentar el contacto intergeneracional, generar alianzas de personas con un objetivo común y, en definitiva, convertir la solidaridad individual en un bien colectivo.