Diez años después del asesinato del alcalde de Fago y del terremoto mediático que le acompañó, los vecinos de este tranquilo rincón del Pirineo aragonés guardan un silencio atronador en el que aún resuenan los ecos de un cruel crimen que estremeció a todos.

Hace diez años, a últimas horas de la tarde del 12 de enero de 2007, un disparo de postas rompió el silencio que cubría la solitaria carretera que une las pequeñas aldeas de Majones y Fago y cerró para siempre los ojos de Miguel Grima, alcalde por el PP de esta última población desde 2003.

Pocos días después del crimen, los investigadores de la Guardia Civil comenzaron a estrechar un cerco en torno a un enemigo declarado de Grima, el guarda forestal Santiago Mainar, con el que mantenía continuos pleitos y disputas que ensombrecían hora a hora el carácter de éste. Desde entonces, y ya con sentencia firme, se halla encarcelado, con una pena total de 20 años y nueve meses. Inicialmente, se reconoció autor del crimen, pero en el juicio se presentó a sí mismo como un redentor movido por el «bien del pueblo».

Ahora, su hermana, Marisa Mainar asegura que Santiago sigue insistiendo en su inocencia aunque prácticamente sin esperanza alguna de que cambie su situación en un futuro cercano, ya que la revisión de su caso exigiría la aparición de unas pruebas lo suficientemente de peso como para valorar esta posibilidad.

Mientras tanto, el guarda forestal sigue cumpliendo su condena sin beneficio penitenciario alguno al haberse negado a firmar un reconocimiento de culpa.

Marisa Mainar se muestra convencida de que la presión mediática del caso favoreció la condena impuesta a su hermano. En su opinión, «tras la detención no sólo se cerraron todas las líneas de investigación posibles sino que la presión social exigía no dejar fuera a ningún criminal».