El tradicional descenso en navata del río Gállego, una jornada reivindicativa en contra de la construcción del embalse de Biscarrués, atrajo ayer a un numeroso público que se concentró en ambas orillas. Participaron 16 navateros, entre hombres y mujeres, y dos navatas, una de tres trampos y otra de dos. Los trampos reflejan el número de troncos utilizados en la construcción de estas balsas, que se utilizaban tradicionalmente para el transporte de la madera aguas abajo antes de la construcción de los embalses. El día amaneció gris y frío, lo que no impidió que el descenso fuera un éxito de público. Además, el hecho de que estos días ha llovido en abundancia facilitó la operación, si bien en algunos puntos había tanta agua que se precisaba una gran pericia para navegar sin que la corriente desviara las navatas de su ruta. El público se concentró en distintos puntos del recorrido, en particular en el puente de la carretera que lleva a Santa Eulalia de Gállego, donde se desplegaron pancartas contrarias a la construcción del embalse de Biscarrués, que ha sufrido reveses judiciales.

En algún punto del recorrido intervino el grupo denominado Gaiters d’a Terra Plana, que amenizaron la espera de los espectadores. Al término del recorrido, los asistentes aprovecharon para tomar fotografías de las navatas. La jornada tuvo su broche con una comida a la que asistieron dos centenares de personas y que tuvo lugar en la localidad de Biscarrués. Fuentes de la Asociación de Nabateros d’a Galliguera, que organizó el descenso, destacó que la jornada había sido un éxito de participación y afluencia. Añadieron que, desde el punto de vista técnico, el recorrido había dado un buen ejemplo del saber hacer de los navateros, que se habían mostrado su experiencia en los puntos de mayor dificultad.