En rigor, no era solo la palabra de uno contra la del otro. Becerril confesó al señalarle la Policía las tres extracciones por la misma cantidad -algo más de 220.000 euros-, que coincidían con los pagos de 2 millones que le hacía Plaza por el terreno. Pero para el jurado, una cosa es acreditar que el dinero se sacaba, y otra muy distinta a qué lo destinó.

En el mismo sentido, los gastos en efectivo de origen desconocido de García Becerril y Escó fueron vinculados a la mordida por la coincidencia. El primero no entró en el asunto, y el segundo aportó un informe de ingresos, quizá cuestionable (se habló de 144.000 euros de una herencia, «aparecidos» en casa del padre de Eva Almunia), pero no contradicho. Como recordó Monclús, la prueba corresponde a quien acusa.