Por un día muchos bilbilitanos han olvidado el año que acabamos de dejar atrás. Hace poco dijeron adiós a un 2020 que trajo paro y desgracias personales, pero han recibido el 2021 con un “inesperado” regalo de Reyes: el primer premio de la Lotería de El Niño. Y por ello la plaza del Fuerte de Calatayud era en la mañana de este miércoles una fiesta. Allí está el bar Central, que ha vendido la mayor parte de los décimos. En total, 30 millones de euros del número 19570.

“¡Pinilla, Pinilla, Pinilla!”, coreaban todos los vecinos congregados a las puertas del bar. Pinilla es Rubén Pinilla, el dueño del establecimiento y que desde hoy se ha convertido en un héroe para todos. “Estábamos viendo el sorteo. Primero he visto que salían el uno y el nueve, pero luego ya no me he fijado. Y cuando hemos visto el número entero…”, contaba emocionado. La suerte, después de este año “horrible”, ha tenido el gusto de llegar a muchos hogares. “Casi todo el mundo llevaba un décimo o dos. Lo han comprado muchos jóvenes y las cuadrillas que suelen venir”, decía. Se alegra por todos, pero en especial por su hermana, sus padres y por dos empleados suyos. “Se lo merecen”, añadía.

En la calle la alegría tenía forma de copas de champán y roscones. “He desayunado un cubata”, se escuchaba. Cada décimo premiado recibirá 200.000 euros, que libres de impuestos son 168.000 euros. “¡Me compraré un piso y a vivir tranquila!”, gritaba llorando una joven de 27 años, Paula, que también llevaba un billete premiado. Era la primera vez que compraba lotería y “para empezar bien el año” parece que le ha venido estupendamente. A su lado, Mireia Pinilla, la hermana del dueño del Central, asentía feliz. “Ha estado muy repartido y eso está muy bien. Yo estaba en la cama y han venido mis padres a decirme que habían venido los Reyes que corriera a levantarme, y es cuando me he enterado que nos había tocado la lotería”, explicaba Mireia, también de 27 años.

Entre los premiados, explicaba todo el mundo, hay mucha gente joven que este año se ha quedado sin trabajo. “Aquí han cerrado muchos bares y fábricas y esto les viene genial. Para los que estamos ya colocados esto es una alegría, pero para ellos es fundamental. Eso es lo importante”, argumentaba otro agraciado, Juan Manuel Cuenca. Su hija, llena de euforia, enseñaba el décimo premiado. “¡Que nos ha tocado!”, gritaba incrédula. Eso sí, cuando se le preguntaba qué es lo que le iba pedir con el premio respondía más serena: “Salud, es lo más importante”.

“Nunca te lo esperas. Te imaginas qué harías si te toca, pero nunca esperas que te pase de verdad”, declaraba otro bilbilitano feliz, José Javier. Su caso era el de muchos de los premiados. Él y su cuadrilla, con los que habitualmente acude al bar Central, habían comprado un décimo cada uno. “Estaba en el trabajo y he oído que había tocado en Calatayud, pero no he hecho mucho caso. Entonces me ha empezado a sonar el teléfono y me he enterado. Se lo he dicho a mis jefes y me han dicho que me fuera a disfrutar”, reía.

A pocos metros del bar central, en la administración número 1 de Calatayud, en el paseo Cortes de Aragón, se disponían a cerrar antes de irse a comer cuando estaban colgando los carteles que anunciaban que habían repartido el primer premio. Su propietario Ángel Carrau, admitía contento que no era la primera vez. “Parece que estamos acostumbrados, pero no”, reía contento. De su local salieron las 20 series de décimos (40 millones de euros en premios) que después vendieron en el bar Central, aunque también vendieron unos cuantos décimos en la ventanilla.

Carrau y su familia, a pesar de ser parte protagonista de la historia, no llevaban números premiados. “Suele pasar, el lotero no lleva el número premiado”, decía la también propietaria de la administración, Mercedes San Gil, que reconocía que llevaba toda la mañana llorando. Se alegran por todos, admitían, pero había casos que irremediablemente se les venían a la cabeza. “Hay alguno que este año se ha quedado en paro, que ha tenido un accidente y que le ha tocado. Además vinieron ayer mismos a cogerlo. Se acercaron por la tarde con el niño y el pequeño eligió el número”, recordaba con los ojos vidriosos.

La administración número uno de Calatayud lleva repartiendo suerte 67 años. Siempre ha pertenecido a la familia de Carrau y tienen experiencia en esto de dar premios. “Una vez repartimos 15 mil millones de pesetas”, decía contento Carrau.