Aragón tiene 240 humedales singulares. Son menos que los que hay en otras Comunidades limítrofes, pero destacan por su enorme biodiversidad y por la presencia de especies que difícilmente se encuentran en otros lugares.

Del Pirineo oscense hasta Teruel, pasando por la estepa de Los Monegros, Aragón tiene una orografía que se plasma en la riqueza de sus humedales, que este sábado celebran su Día Internacional.

La laguna de Gallocanta, las Saladas de Chiprana o los galachos de La Alfranca son espacios naturales protegidos, y quizá los más conocidos, junto a los ibones de alta montaña, pero a esta lista se suman otros como el conjunto de lagunas saladas de Sástago y Bujaraloz, considerado como el más extenso e importante de Europa.

Pese a su importancia, desde Ecologistas en Acción lamentan que el estado de conservación de los humedales en Aragón se encuentre en "un punto muerto" y no tengan actualmente una protección "real".

Aunque muchos están incluidos en el convenio internacional Ramsar para su conservación, esta etiqueta "no es suficiente", según esta organización, si no lleva aparejado el desarrollo de un plan de gestión y la dotación de medios económicos y personales necesarios.

"Por desgracia, tenemos infinidad de ejemplos que sólo tienen una etiqueta y no cuentan con un plan, y que, por tanto, están al albur de cualquier amenaza", señala a EFE el ecologista Paco Iturbe.

Desde las asociaciones y organizaciones ecologistas, también desde el departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, defienden la importancia de estas lagunas por una razón: albergan el patrimonio natural de la Comunidad.

En poco espacio, los humedales concentran una enorme biodiversidad: especies de flora y fauna que habitan en ellos y que difícilmente se encuentran en otros lugares.

La laguna del Cañizar es un claro ejemplo del funcionamiento de los humedales. Cuando el año pasado SEO BirdLife realizó el censo de especies en esta presa, recuperada por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en 2008 pero sin agua por un conflicto abierto con los municipios de aguas abajo, sólo encontró "un pato y una garza". Nada más.

Sin embargo, este año, aunque la compuerta continúa cerrada, la laguna tiene una lámina de agua en algunas zonas debido a las últimas precipitaciones, y eso "ha disparado la biodiversidad", indica el delegado en Aragón de SEO BirdLife, Luis Tirado. "Hemos encontrado 3.500 grullas, 200 cigüeñas, 10 patos, 7 garzas, 5 aguiluchos, 20 azulones...", enumera.

Unos datos que chocan con los del año anterior y que ponen de manifiesto la "gran ventaja" de los humedales: la "increíble velocidad" a la que se recuperan cuando reciben agua, precisa.

Pero, además de albergar el patrimonio natural de Aragón y de ser reservorios de agua, estas lagunas son también un indicador natural y económico de la contaminación del medio ambiente. Para ilustrarlo, Tirado se fija en la laguna de Sariñena, la "más contaminada de la cuenca del Ebro" por los "excedentes" de nitratos y plaguicidas que llegan de los regadíos del Alto Aragón.

Los humedales actúan como depuradoras naturales, porque los carrizos absorben esos contaminantes, pero hasta un límite. Cuando se sobrepasa, se acumula la contaminación. Esto ocurre también en otros humedales como el de las Cinco Villas.

Desde el Gobierno de Aragón, el jefe de Servicio de Biodiversidad, Manuel Alcántara, asegura que en general no existen "problemas graves" en la conservación de los humedales y destaca la diversidad de su fauna y flora. "En Aragón hemos encontrado especies que están en peligro de extinción a nivel nacional, como el avetoro", detalla.

Las especies de estos humedales son registradas en los censos de aves acuáticas invernantes realizados por el Gobierno de Aragón, unos datos que después se coordinan a nivel internacional con otros organismos para analizar las fluctuaciones en la población.

La laguna de Gallocanta es uno de los lugares elegidos por las aves migratorias. En el recuento realizado el pasado 24 de enero, se contabilizaron 14.498 grullas frente a las 258 registradas en la misma fecha del año anterior, según los datos facilitados por el Museo de Aves de Gallocanta.

Una diferencia notable que se explica por la falta de precipitaciones en un 2018 seco y que refleja que la cantidad y la calidad de agua es fundamental para mantener en los humedales el patrimonio natural.